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Un científico colombiano busca desminar el país gracias a un algoritmo

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Un ingeniero de la Universidad Nacional de Colombia desarrolló una fórmula para detectar minas antipersonal a través de ondas, proceso novedoso que ayudaría no solo a agilizar la búsqueda de estos artefactos explosivos sino también a reducir el riesgo de quienes hacen esta labor.

Mientras hacía su tesis de doctorado en Ingeniería y trabajaba con ondas electromagnéticas, Andrés Gallego se encontró con una investigación de científicos alemanes que estaban interesados en identificar las minas antipersonal que hay enterradas en el territorio colombiano.

Ese propósito llamó la atención de Gallego, que empezó a buscar más referencias académicas sobre el tema sabiendo que en Colombia, entre 1958 y 2020, por el conflicto armado interno, se identificaron 10.239 víctimas según el Centro Nacional de Memoria Histórica.

“Me di cuenta de que los métodos para desenterrar estos artefactos son muy malos. Se hace con detector de metales y con radares de penetración terrestre, que son más usados para mirar tuberías, encontrar petróleo, incluso agua. Entonces encontré unas bases matemáticas que me permitieron desarrollar un algoritmo para escuchar resonancias electromagnéticas específicas”, explica Gallego a Sputnik.

En palabras coloquiales, y siguiendo el ejemplo de Gallego, es un sistema para detectar las minas a través de ondas, que permiten saber en dónde está el detonador y así evitar el riesgo de cualquier accidente.

“Haga de cuenta el sonido que hace una cuchara golpeando levemente un vaso. El algoritmo lo reconoce y de inmediato se ubica”, explica.

Pero ¿cómo detectar las minas artesanales, es decir, las que no tienen metal y que en Colombia fueron y siguen siendo muy comunes? “Acá es donde hay una ventaja enorme: usted puede entrenar el algoritmo. Al identificar los cientos de tipos de minas que hay en Colombia se puede configurar para que las reconozca. Eso no sucede con los sistemas tradicionales“, apunta Gallego.

Para poder probar y seguir con el desarrollo matemático, Gallego y un compañero de investigación utilizaron el estadio Alfonso López Pumarejo de la Universidad Nacional en Bogotá, donde, durante un sábado entero, enterraron artefactos, de diferentes tipos, para ir haciendo las mediciones respectivas.

“Eso fue: cavar, echar tierra y medir. Cavar, echar tierra y medir. Alcanzamos a hacer 80 mediciones, pero ya eran las cinco de la tarde y el cansancio nos ganó. Luego regresamos, con un compañero más, con el algoritmo más desarrollado con base en los resultados del primer día, y seguimos con el ejercicio”, relata el investigador.

Gallego y sus compañeros escogieron el icónico escenario deportivo, pues la Universidad Nacional, el centro de educación pública más grande del país, no cuenta con una cámara anecoica, la cual permite anular el eco y donde las ondas no rebotan. “Fue el lugar más anecoico al que teníamos acceso y funcionó”.

Luego de la tarea de campo vinieron seis meses de análisis, de matemática pura y de lograr que el algoritmo reciba la señal, la interprete y dé el resultado.

“Y hasta ahí llegamos porque se nos acabaron los recursos. El siguiente paso, ahora, es conseguir patrocinio, desarrollar un robot, incluir el sistema ya desarrollado, y hacer pruebas en terrenos en los que se haya identificado la presencia de minas. Creería que para poder llevar esto a cabo necesitaríamos alrededor de 1.000 millones de pesos [cerca de 236.000 dólares] para contratar más personal, aumentar las pruebas, alquilar una cámara anecoica, que no es nada económico, y comprar equipos electrónicos”, enfatiza Gallego.

¿Qué otras investigaciones al respecto hay en el mundo?

Usualmente, cuando un científico se apasiona por un tema y quiere ir más allá, desarrollarlo, el primer paso es indagar sobre las investigaciones existentes en el campo. Y, con base en eso, tener un punto de partida, quizá una referencia para continuar por el mismo camino o, por el contrario, tomar —crear— uno nuevo.

“Sé que hay un profesor japonés, Matoyuki Sato, que tiene un dispositivo en el que, a través de un algoritmo que envía una señal, permite generar unas imágenes que muestran si debajo de la tierra hay algo metálico. Es un detector de metales 2.0, pero se quedaría corto frente a minas artesanales”, dice Gallego.

Por eso la importancia de tener un sistema que detecte artefactos construidos con otros materiales y que sirva de guía para una detonación asistida. Es decir, que no sean humanos los que busquen, ni siquiera perros, evitando así cualquier tipo de accidente.

“Es una cosa novedosa que se puede aplicar de una gran manera. Hay que seguir trabajando, seguir haciendo matemáticas”, afirma.

Colombia en materia de minas antipersonal

En el 2002, el Gobierno colombiano, mediante la Ley 759, creó las instituciones para desarrollar una acción integral contra las minas antipersonal en el país luego de suscribirse a la Convención de Ottawa “sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción”.

Con el acompañamiento de la comunidad internacional, nació el Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario Número 5 encargado de hacer el desminado en el suroccidente del país, específicamente en los departamentos de Huila y Putumayo. Según informa el Centro Nacional de Memoria Histórica, Colombia es el sexto país en el mundo con más víctimas de minas antipersonal.

De hecho, luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y la extinta guerrilla de las FARC (2016), el país bajó a esa casilla tras estar muchos años en el segundo lugar por detrás de Afganistán.

“He ahí la importancia de poder seguir desarrollando nuestro trabajo y lograr implementarlo en terreno. Sería una labor más rápida, más sencilla y sin poner en riesgo vidas humanas o animales”, concluye Gallego.

Fuente:https://sputniknews.lat

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