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Científicos colombianos descubren cómo ayudar a 64 millones de pacientes con una enfermedad sin cura

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Una investigación realizada en Bogotá, a 2.625 metros sobre el nivel del mar, arrojó que quienes sufren de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la cuarta causa de muerte en Colombia, pueden tener una mejor respuesta en el aumento de las proteínas que ayudan al cuerpo cuando hay un déficit de oxígeno.

Wilder Villamil Parra es fisioterapeuta y doctor en ciencias y biología de la Universidad Nacional. Respetando la base científica de los hechos, inicia hablando de las cifras relativas a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Y escucharlo desglosar los números ayuda a dimensionar la gravedad del problema.

“Según la Organización Mundial de la Salud, 64 millones de personas tienen una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. En Latinoamérica, entre el nueve y 15% de los mayores de 40 años sufren de EPOC. Y en Colombia nueve de cada 100 personas mayores de 40 la padecen, por lo que es la cuarta causa de muerte en el país. Y no se puede curar”, explica Parra a Sputnik.

El entrevistado empezó a trabajar hace cuatro años en una investigación que emplea el ejercicio físico como herramienta para aumentar la presencia de tres proteínas que ayudan al cuerpo a luchar contra la falta de oxígeno que desencadena la EPOC, afección con la que los pacientes tiene que vivir por el resto de sus días. Si bien existen medicamentos inhalados que dilatan las vías respiratorias, cada paciente tiene su particularidad y esto reduce la efectividad.

“Empecé a mirar la literatura y noté que todas las pruebas e investigaciones que se habían hecho en el mundo eran en poblaciones sobre el nivel del mar y ninguna en ciudades por encima de los 2.500 metros. Los cambios en estas proteínas no se habían descrito antes y después del ejercicio”, dice Villamil.

El biólogo, que por ese entonces estaba cursando su doctorado, se dio a la tarea de determinar la concentración de la proteína HIF-1 que, en sus palabras, es la que denota cuánto oxígeno hay en las células y estimula la respuesta cuando hay poco (conocido como hipoxia), y la relación con la hormona eritropoyetina, que estimula el incremento de los glóbulos rojos, y con la proteína VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular), que se encarga de aumentar los vasos en los tejidos.

“Si usted está en una terminal de transporte, acostumbrada a funcionar con 100 personas, y de un momento a otro apenas llegan 30, empieza a buscar soluciones. El gerente de la terminal, que es el que identifica el problema, vendría siendo la HIF-1. Entonces se habilitan más taxis para que llegue más gente —la eritropoyetina— y a esos autos se le brindan mejores vías para tener un acceso eficiente —la VEGF—”, traza una analogía.

Villamil y su equipo empezaron a mirar cómo actuaban estas tres proteínas en sujetos con EPOC mayores de 75 años y sujetos sanos de la misma edad, tanto en reposo como luego de hacer ejercicio.

“Haga de cuenta que fueron pruebas como las que le hacen a los futbolistas cuando llegan a un nuevo equipo, que los ponen a correr en una banda con una máscara, para saber su capacidad de oxigenación. Tal cual eso hicimos”, señala el investigador.

Así diseñaron un programa de ejercicio que ponía a prueba la resistencia, la flexibilidad y la fuerza de las personas. El equipo de investigación notó que la producción de la VEGF aumentaba hasta el 40%, la eritropoyetina alrededor de un 20% y la HIF-1 disminuía en un 30% por lo que el organismo no activaba sus “esquemas de emergencia” frente a una posible hipoxia.

“Como las personas con EPOC no suelen hacer deporte como otras, porque se fatigan fácilmente, diseñamos ejercicios relacionados con actividades del diario vivir, como caminar durante seis minutos. Otro de los factores novedosos de esta investigación es que las pruebas fueron domiciliarias, es decir, fuimos hasta las casas, una a una, para realizar las pruebas de manera individual”, indica el experto.

El resultado fue contundente: las dificultades para respirar disminuyeron hasta un 80% y bajó en un 60% el impacto del EPOC en la calidad de vida de los participantes, quienes además viven a 2.500 metros sobre el nivel del mar, donde la cantidad de oxígeno es mucho menor.

“Los procesos celulares se hacen más complicados en estos lugares. Y este factor externo aumenta las probabilidades de sufrir EPOC”, resalta Villamil.

Estos hallazgos son pioneros, pues nunca antes se habían analizado la variación de las tres proteínas importantes en una altura como la de capital colombiana, mucho menos luego de hacer actividad física. “Acá es más complicado porque, además de los factores fisiológicos que generan la EPOC, usted tiene que adaptarse a vivir en un lugar en el que el oxígeno es más escaso”.

De este experimento, que les tomó alrededor de un año, sin dejar de lado los dos de estipular las bases teóricas, los procesos biológicos y fisiológicos, nació una cartilla que está registrada ante la Organización Mundial de la Salud, que promueve la búsqueda de soluciones particulares para esta enfermedad, es decir, que no se trata de manera general a todos los que sufren estos problemas respiratorios.

“Creamos un protocolo de prueba de ergoespirometría [esfuerzo cardiorrespiratorio] para personas con EPOC que viven en poblaciones de gran altitud y seguido registramos un protocolo de cómo cuantificar las proteínas y en qué momento hacerlo, que es la base principal de nuestra investigación”, consigna el doctor en ciencias.

“Por último, diseñamos el programa de ejercicios donde, además de explicarlos, promovemos la actividad física para que las personas con EPOC sigan haciéndolos. La idea es sacar un libro sobre esto, pero el camino para hacerlo es bastante largo”, concluye Villamil.

Fuente:https://sputniknews.lat

CC0 / Pexels/Anna Shvets /

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