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Adiós al padre de los ‘jipitecas’: muere el escritor mexicano José Agustín a los 79 años

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Pisó la emblemática cárcel de Lecumberri por fumar mariguana, aprovechó los días de encierro para renovar la novelística mexicana, incursionó en el cine como guionista y director, mantuvo un romance con Angélica María, se ganó el favor de millones de lectores con su irreverencia y su elogio de la generación hippie de la década de 1960.

Este 16 de enero murió José Agustín, emblemático escritor mexicano quien incluso se despidió de sus lectores. Previamente, recibió una despedida conocida en la tradición católica como extremaunción de manos del padre José Luis, descrito por el hijo del novelista como sacerdote católico zapatista, en los precisos 30 años del inicio del movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“Con esto ya mi trabajo aquí se va terminando”, dijo el artista, según agregó su hijo José Agustín Ramírez en una publicación en redes sociales.

El ensayista, dramaturgo, cronista, cuentista y novelista mexicano José Agustín nació en el emblemático puerto de Acapulco el 19 de agosto de 1944. Iniciado como escritor desde muy joven, a los 20 años con La tumba (1964), escrita bajo asesoría de Juan José Arreola, el artista se ganó pronto el favor de los lectores por su prosa irreverente, juguetona, rica en juegos de palabras y en temas juveniles, históricamente despreciados por la narrativa mexicana “seria”.

El padre moral de los jipitecas, juego de palabras que suma el concepto “hippie” con “azteca” para describir la resonancia de esa tradición cultural estadounidense en suelo mexicano, cursó estudios de cine en el Centro de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hoy convertido en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC).

El artista logró reivindicar las temáticas adolescentes, el consumo de mariguana, la desobediencia ante el orden establecido y el rock como materia poética en sus obras, en un momento en que la ola hippie de Estados Unidos cuestionaba la moral imperante, mientras se agrupaba en torno a festivales musicales como Woodstock, donde tocaron algunos de los mejores artistas de la época, como Carlos Santana, Joe Cocker, Jimi Hendrix, Joan Baez o Janis Joplin.

La también escritora y ensayista literaria Margo Glantz le puso un mote del que Agustín ya no se podría desprender, si bien varias veces lo cuestionó e incluso rechazó explícitamente: la literatura de la onda, una tendencia experimental en la que también quedarían inscritas las voces de los novelistas Parménides García Saldaña, Gustavo Sainz y Gerardo de la Torre, entre otros.

Con una trayectoria diversa que lo llevó a participar en universidades de Estados Unidos y en el programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa en 1977, José Agustín gozó desde temprano del favor de los lectores, por lo que pronto se hizo conductor de programas de divulgación cultural en radio y televisión, además de impartir talleres de creación literaria y de publicar columnas de opinión en distintos espacios periodísticos.

Además de su obra de creación, se interesó por divulgar la cultura norteamericana, de la que es artísticamente heredero por las voces beatniks de Jack Kerouac o Allen Ginsberg, entre otros. Así, Agustín tradujo a Ernest Hemingway y al antropólogo Carlos Castaneda, famoso por sus Las enseñanzas de Don Juan, sobre las plantas sagradas mexicanas y el chamanismo vinculado a ellas.

En el cine, colaboró junto a Gabriel García Márquez en el guion de La viuda de Montiel, que filmó el chileno Miguel Littín, y adaptó la histórica novela El apando, de José Revueltas, para dirección de Felipe Cazals.

Con varios premios en su haber, cosechó el Mazatlán de Literatura en 2005 y el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura en 2011, además de la medalla Bellas Artes el mismo año, de acuerdo con la ficha biográfica del autor que alberga la Enciclopedia de la Literatura Mexicana.

Una de sus obras más celebradas es la Tragicomedia mexicana, que revisa la relación de la sociedad del país latinoamericano con el régimen entonces totalitario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), derivado de la Revolución de principios del siglo XX y que gobernó de manera ininterrumpida hasta el año 2000.

Su novela Se está haciendo tarde (final en laguna) fue escrita desde su encierro en Lecumberri, donde narra un viaje iniciático a Acapulco, además de describir su propia experiencia penitenciaria en El rock de la cárcel.

Otras de sus obras más celebradas por el público son La panza del TepoztecoCerca del fuego y De perfil.

Fuente:https://sputniknews.lat/

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