Quizá no se trata de un nombre muy conocido entre las nuevas generaciones, pero Chita Rivera fue, ante todo, una estrella.
Nacida con el nombre Dolores Conchita Figueroa del Rivero Anderson, la leyenda de Broadway falleció ayer tras una breve enfermedad no especificada, según dio a conocer su hija Lisa Mordente a The New York Times.
Tenía 91 años, y también tenía 3 Premios Tony, el equivalente a un Óscar en el mundo del teatro.
La actriz y cantante de ascendencia puertorriqueña saltó a la fama en 1957 con el papel de Anita en la versión original de “Amor sin barreras”, la obra maestra de Leonard Bernstein que revolucionó el teatro musical en el siglo pasado.
Previo a tan grande éxito, ella debutó, en 1950, con el –ahora clásico de Broadway– “Guys and Dolls”, con tan sólo 17 años.
Por si eso fuera poco, en 1975, Rivera tomó otro rol por el que, hoy en día, las actrices pelearían a muerte: la asesina del jazz Velma Kelly, en la versión original de “Chicago”.
Hacia 1986, la vida de Rivera parecía haber cambiado para siempre, pues un grave accidente automovilístico la dejó con una pierna lesionada. Tras dos cirugías y dieciocho tornillos, milagrosamente, ella pudo bailar nuevamente.
Su primer Tony le llegó en 1984, por su trabajo junto a Liza Minelli en “The Rink”. El segundo, en 1993, por su protagónico en “El beso de la mujer araña”. Ya en el 2018 fue galardonada por toda su carrera con el Tony Especial a la Trayectoria.
“Yo no cambiaría mi vida en el teatro por nada, porque el teatro es vida”, llegó a decir Rivera al recibir su tercer Tony.
Una vida brillante, una vida feliz. Así será recordada la también premiada con el mayor reconocimiento que se le puede dar a un ciudadano estadounidense: la Medalla Presidencial de la Libertad.
Por: Paula Román – eitmedia.mx
Foto: Gabriel Pinski (Library of Congress) ; John Mathew Smith