La pereza mexicana
Nos dibujan como arrieros dormitando bajo un huizache. En el concierto de las naciones. Donde la fiesta de la avaricia y el robo se lleva a cabo.
Somos el país del lunes te pago. El próximo año comienzo la dieta. La última y nos vamos. Enamorados de lo imposible. Escalar a la riqueza. Pegarle a la lotería nacional. Pasar de la desigualdad económica a vivir desahogados, sin la necesidad del tarjetón en la tienda de la esquina del barrio.
Darles estudio a todos los hijos. Revertir la inercia de un siglo después de la revolución mexicana. Releer a los proceres de la independencia. Celebrar su visión progresista. De avanzada para volver a la senda de trabajo. Desterrar la hora social de embriaguez y de francachela.
El lunes de indisposición etílica. Los sábados de paga de los contratistas con sus albañiles gastando en los antros de vicio.
La pereza no es solo dormir de más al lado de un camino. Nos corresponde tender puentes entre quienes se han rendido por cansancio o falta de visión. También a aquellos desafortunados por motivos de las decisiones de sus padres.
Reactivar la salud emocional del manejo de las conductas públicas. En los centros de estudio, hospitales, deportivos, iglesias, pero en la voluntad, de esos grandes pensadores optimistas. En el presente promisorio de una nación en construcción.