El Glam Camping
Acomodados en tejabanes. Solo dos literas en el interior. Colchones de hule espuma. Los ventanales recubiertos con tela mosquitera. En el paraje en lo alto de la sierra. A precio de Airbnb en un suburbio residencial.
Los campistas ocasionales respetan la naturaleza. Consumen toda clase de alucinógenos importados conseguidos por mercado libre. Desde la mañana meditan sobre el karma.
El grupo de tamboristas progresa en el mood de alternancia con las realidades. Nada de cerveza solo mezcal artesanal y algunos licores dulces de la zona del glam camping. Extraídos los azucares del durazno, manzana y pera. Tragos de degustación.
Ropaje ligero. De mantas color hueso y blanco. Sandalias hechas con materiales campesinos. Al caer la tarde alumbrados con románticas fogatas. Cena ligera. Arroz con especias finas y verduras saborizadas para la ocasión del referente espiritual.
Aullidos espaciados. El manto de estrellas casi al alcance de la mano. Nuestro cosmos produce angustia en las almas dóciles. Entre tanta inmensidad quienes somos. Tan solo una orilla de un vidrio cortante.
Pequeña molécula de arena en una playa sin final. El abrir y el cerrar los ojos. Cada uno de los paseantes matiza la desesperanza.
Al fresco del amanecer el aromático café importado o el substancioso te de frutos secos.
En varios círculos los campistas elijen cada una de las sendas experimentales. Por la tarde, la plenaria llevará las conclusiones.
Los vehículos automotores todo terreno los acercan al aparcadero. Llevan una insignia más en la camisola espiritual.
Incluso aquel mal viajado a quien encontraron charlando con un árbol de manzana. Confesando el encontrase con fuerzas del mal estilo la guerra de las galaxias.