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Gerson Gómez

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El ocaso de la melancolía

Se van para siempre. Como debieron perder el registro desde la firma del pacto por México. El Partido de la Revolución Democrática ha perdido el registro federal. Con ello ya no serán representantes de los acomodaticios y tranceros.

Las tribus de la Nueva Izquierda, los Galileos y Alternativa Democrática Nacional desmoronaron a sus adeptos. Usados como moneda de cambio. En quienes contaban con mayores representantes al interior del partido.

Unidos después con el PRI y el PAN jugaron de comparsas. Acomodaron a los liderazgos en posiciones privilegiadas. En el Senado y en la Cámara de Diputados Federal descompusieron la maquinaria social de la izquierda mexicana.

El Movimiento de Regeneración Nacional nació de las decepciones. Andrés Manuel prefirió dejarles el registro y el cascaron de la calle Benjamín Franklin en la ciudad de México.

Mucha de la militancia defenestrada inició la construcción de MORENA. Fueron arrebatando delegación por delegación hasta llegar por la jefatura de gobierno, ahora gubernatura de la Cdmx.

Mudaran a la clandestinidad, a las oficinas personales de los Chuchos y de sus esbirros, el remanente de favorecidos. Comienza el éxodo y la diáspora.

Los pocos supervivientes, los privilegiados alzamanos de sus antiguos contrincantes, pararan en oposición decadente. Ya no habrá buenos tiempos. Esos acabaron desde el tiempo de la perdida de registro en muchos de los estados al interior del país.

El PRD no será nunca más el contrapeso. Con tan malas cuentas, sin cuadros nuevos como acostumbran a llamar a sus fieles seguidores, intentaran en los tribunales llegar al 3% nacional como lo hizo el PT de la familia Anaya Rodríguez.

Guillotinados y sin respaldo después de la jornada electoral del 2 de junio, el PRD siguió la ruta del despeñadero. Andrés Manuel logró el cometido. Enterrar en la infame historia a sus detractores, antes aliados coyunturales.