El doceavo pasajero
Por años premiaron la abundancia. Los servicios médicos sociales apoyaban a la mujer más joven, así como a la de mayor, por la cantidad de hijos.
De esa manera recuperamos la purga de fallecidos en la revolución. Al varón jamás se le cuestionó el segundo frente o la casa chica. Todo era por la patria. Como también existió el delito de bigamia.
En los barrios populares las familias de 12 creaturas. No todas sobrevivían. Tal vez la mitad, tal vez un poco menos. Eso sí, todos bien bautizados.
Aspiraciones de bajo nivel. Tan solo los cursos iniciales de primaria. Saber leer, escribir, las matemáticas en la parte elemental.
Buscar el sustento. Aportar a la canasta. Aprendices de albañilería, electrónica, mecánica, en las empresas admitían la figura. La valía en vida sopesada en obediencia.
Del campo emigraron millones. En la ciudad aun sea poquito puedes sobrevivir. Las parcelas de temporal estériles e imposibilitadas a dejar de ser nopaleras.
Pasamos del centenario de millón de nacidos en el país. La familia pequeña vive mejor. Con eso estilaron el freno de educación sexual. Olvido a la férrea segazón confesional. Ir y multiplicados sobre la tierra.
Quien usa preservativos o cualquier método anticonceptivo atenta contra Dios. Pecado mortal. Vale más vivir en la pobreza a quemarse por la eternidad en las llamas del chamuco y sus secuaces socialistas.
De las excentricidades del siglo XXI. La mujer con 8 hijos. Todos de diferente padre. Eso es tenacidad o liviandad.
Nos sorprende el multimillonario Elon Musk, compañero generacional, quien a los 52 años anuncia su 12 hijo. Eso es tener sincera fe en la humanidad.
Viva la familia, como quiera se llame el feliz infante.