La piedra en el zapato
Nuestras alarmas sonaron a la misma hora. La rutina de llevar a los hijos a la escuela. Próxima al barrio. Se acabaron las vacaciones. Momento de trabajar para cerrar el año 2024.
Agosto ha sido bueno. Sin la afectación violenta de la canícula. El país entero pasado por agua. Salvo a los vecinos de Chalco. Los desheredados de siempre. Los del bordo. Ahí desborda todo.
Somos legión camino a la escuela. Zonas de baja velocidad. Nada por encima de 30 kilómetros por hora. Las calles nuestro campo de batalla. Avanzar por centímetros. La sabiduría va en sentido contrario.
Estreches de corazón. Reducir carriles. Caminante no hay camino. Tampoco hay vereda al andar. Exclusividad para bicicletas. Alguien en sano juicio los lleva a los menores. Lo dudo.
Cada fila explota el corazón. Mañana será más temprano la levantada. Les decimos a los hijos. Mejor nos cambiamos más cerca o nos quedamos a dormir afuera conminan al padre conductor.
A eso le llaman suburbios en el gabacho. Incluso escalonan el horario para entrar a trabajar. Interpretar los sueños de los alcaldes dista mucho de los planes de progreso. Entrampados en la zona. Replicantes de duro entendimiento. Las piedras en el zapato. Acelera. Frena. Acelera. Enciende el aire acondicionado. Acelera. Frena. La cefalea coquetea apenas a las siete de la mañana. Dos paracetamoles. El café bien cargado. Bajen rápido. El crimen es vivir en la ciudad. Esto no sucede en el campo. Frena. Corran niños. Tengan el mejor regreso a clases. Ponen atención. Hasta luego.