Para volarse la barda
Donald Trump maneja el discurso devastador. El apocalipsis nuclear solo puede ser detenido si votan por él. Olviden a Terminator, la familia Connor, Skynet y a Arnold Schwarzenegger.
Mr. Trump puede cambiar los códigos nucleares. Desviar las ojivas nucleares. El invierno de fuego. La lluvia radioactiva. Supervivientes en madrigueras.
Varias generaciones topo. Aun antes varias sectas proto evangélicas construyeron bunkers. Cada tanto surten la despensa de supervivencia. Los alimentos por caducar donan a los vagabundos organizados por iglesias afines.
Mientras la tercera guerra mundial llega o no será, los Estados Unidos de América vende armamento a Ucrania. Ofrece incluso crédito blando.
África post colonialista hierve en conflictos internos. Descubrir el segundo diamante más grande del mundo significa sangre. Olas de vida derramada al día.
Donald Trump vende el espejismo de pacifista. Kamala Harris, su oponente electoral, basa la continuidad del proyecto demócrata. Hasta la vista baby, parece mencionar el republicano.
La trayectoria de los votantes exige discernimiento. El mejor negocio del mundo es la guerra. Inventar pretextos de intervención. Devolver la fe cristiana, la lucha por la democracia, evitar la fortuna de los comunistas.
Mr. Trump ve a futuro. Olvida la senectud en el tinte de sus cabellos o en el bronceado permanente del cuerpo.
Ya comprometió el futuro de la humanidad. No habrá tercera guerra mundial. Eso lo saben los rusos. A los chinos solo les interesa vender la mercadería de sus mega factorías.