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Gerardo Ledezma

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Ya empezamos…

La designación de Claudia Sheinbaum para formar un Comité de Evaluación encargado de revisar y aprobar las candidaturas de jueces y magistrados para la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) parece, en el contexto actual, casi una ironía de alto calibre. La inclusión de figuras como Arturo Zaldívar, quien renunció a su cargo en la SCJN para sumarse a la campaña de la mandataria, genera un entorno de escepticismo, pues parece menos un proceso imparcial y más un movimiento estratégico que empaña la tan mencionada “autonomía” judicial.

¿Será este el mismo sistema que garantice justicia imparcial?

El Comité de Evaluación, que entre sus miembros incluye a figuras como Mary Cruz Cortés Ornelas y Vanessa Romero Rocha, enfrentará la abrumadora tarea de avalar mil 793 candidaturas, que incluyen desde magistrados de circuito hasta jueces de distrito.

Resulta llamativo que, en medio de los cuestionamientos sobre la independencia de este órgano evaluador, se le haya otorgado un poder tan amplio para modelar el Poder Judicial.

Este proceso de selección, que supuestamente vela por la idoneidad de los candidatos, genera dudas acerca de si las decisiones se basarán en méritos profesionales o en alineaciones políticas.

Este proceso tiene implicaciones profundas para el futuro del sistema judicial en México. Cuando el poder judicial queda sujeto a criterios cuestionables, se corre el riesgo de crear una Suprema Corte cuya lealtad pueda estar en manos de quien haya sido la cabeza de su elección.

Los mexicanos esperan que las designaciones del Comité de Evaluación reflejen una verdadera vocación de justicia, pero el panorama actual parece indicar que el poder judicial enfrenta una encrucijada que pondrá a prueba su autonomía.