El reto del Presupuesto 2025: una encrucijada para Nuevo León
La discusión sobre el presupuesto estatal para 2025 se ha convertido en un terreno enrevesado en el Congreso de Nuevo León, donde las tensiones políticas entre los diferentes grupos parlamentarios no cesan.
En lugar de avanzar hacia un acuerdo que beneficie el desarrollo y fortalecimiento del estado, el proceso se está viendo marcado por desacuerdos y desconfianzas mutuas. La falta de diálogo real y constructivo entre las distintas fuerzas políticas está poniendo en riesgo la posibilidad de lograr un presupuesto consensuado que impulse proyectos clave para la región.
El coordinador de los legisladores del PAN, Carlos de la Fuente Flores, no ocultó su escepticismo respecto a la disposición del Gobierno del Estado para lograr un acuerdo, señalando que el gobernador Samuel García Sepúlveda ha perdido credibilidad ante los ojos de la bancada panista.
Según de la Fuente, la falta de confianza hacia el Ejecutivo podría dificultar aún más el proceso legislativo. La referencia a “quemarse con leche” refleja la percepción de que las promesas gubernamentales no han sido cumplidas, lo que genera desconfianza y alimenta la falta de consenso.
Lo que parece ser un simple desacuerdo presupuestario se ha transformado en una cuestión de confianza política, lo que hace aún más difícil alcanzar una solución. La situación empeora cuando se evidencian maniobras dilatorias como la propuesta de retornar los temas a comisiones sin una resolución clara.
Estas prácticas no solo alargan el proceso, sino que también retrasan la ejecución de proyectos fundamentales para la ciudadanía, como obras de infraestructura, salud y educación. La pregunta es, ¿cuánto más puede permitirse esta parálisis política sin afectar los intereses de los ciudadanos?
Nuevo León enfrenta un escenario complejo. El gobierno estatal y los legisladores tienen la responsabilidad de encontrar una solución que supere los intereses partidistas y se enfoque en el bienestar colectivo.
La constante disputa por el control y el poder no solo retrasa el progreso, sino que genera incertidumbre entre los habitantes del estado, quienes esperan que sus autoridades trabajen en conjunto para garantizarles un futuro más próspero.
Si las diferencias no se superan pronto, el riesgo de que el presupuesto para 2025 quede truncado aumentará, afectando gravemente el desarrollo económico y social de la región.