Carlos Morales
Montevideo (Mesa Américas), 18 dic (Sputnik).- Cuba despide entre huracanes y apagones un 2024 marcado por la agudización de su crisis económica y la explosión migratoria de una población cada vez más descontenta con el presente y descorazonada con el futuro.
La expresión “no ver la luz al final del túnel” se ha vuelto más frecuente y literal en Cuba de lo que quisiera su población, durante un año en el que su economía se contraerá nuevamente, como ya adelantó el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso.
“El desarrollo económico de un país depende en gran medida de la energía y nosotros hemos tenido afectaciones eléctricas durante todo el año (…) Por otro lado, no hemos contado tampoco con un suministro estable de combustible. Hay déficit de gasolina, de diésel, etcétera… y la economía para dinamizarse necesita de energía”, argumentó el funcionario en rueda de prensa.
El Gobierno proyectaba un crecimiento del dos por ciento de su producto interno bruto (PIB), pero las estadísticas proyectan una contracción económica similar -o peor- que la registrada en 2023, del 1,9 por ciento.
Los cubanos resumen su cotidianeidad con una frase autóctona: “la cosa está dura”, y el sentir general es que la situación es incluso peor que durante el llamado “período especial en tiempos de paz”, la severa crisis que siguió a la desintegración de la Unión Soviética y la caída del campo socialista de Europa del Este, en la década final del siglo XX.
Desabastecimiento en los mercados, inflación, problemas en el transporte, apagones que superan las 10 horas al día, a veces más, y un alza tanto en la delincuencia como en la migración, son apenas algunos de los problemas que golpean a una sociedad que, para colmo, envejece e incluso decrece.
De hecho, Juan Carlos Alfonso, vicejefe primero de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), informó al Parlamento cubano a mediados de año que la población en la isla cayó por debajo de los 10 millones de habitantes, cifra significativamente menor que los 11,1 millones de 2021.
A su vez, en determinados momentos el malestar ciudadano ha trascendido los círculos íntimos y se han dado manifestaciones en las calles, muchas de las cuales el Gobierno reduce a meros actos vandálicos promovidos por grupos opositores, instigados o financiados desde el extranjero.
Para capear los temporales y mostrarse cercano al pueblo, el presidente, Miguel Díaz-Canel, realizó sistemáticos recorridos por diversos territorios del país, visitó sitios de interés económico y en los sucesivos consejos de ministros, reuniones políticas y actos protocolares reivindicó al modelo socialista como ruta al desarrollo.
EL TURISMO VUELVE A FALLAR
Por otro lado, la llamada “locomotora de la economía cubana”, el turismo, volvió a quedarse por debajo de las proyecciones de visitantes extranjeros, y aunque 2024 comenzó con cifras alentadoras, tampoco este año se llegará a los tres millones de turistas.
Ya a finales de agosto la ONEI mostró un descenso tanto en la llegada de turistas extranjeros como de cubanos residentes en el exterior, en comparación con 2023, siendo Canadá el principal mercado emisor y Rusia el que más creció interanualmente.
A todas estas, el Gobierno mantiene una elevada y sostenida inversión en hoteles e infraestructura turística en general, una apuesta fuerte por la denominada “industria sin chimeneas”, tercera fuente de divisas para Cuba, tras los servicios profesionales y las remesas.
Sin embargo, tanto la pandemia del covid-19 como el recrudecimiento de las sanciones económicas de Estados Unidos durante el primer mandato del recién electo Donald Trump frustraron un sector que hace apenas un lustro florecía tanto nivel institucional como de los emprendedores de la isla, dueños de casas de renta, “paladares” (restaurantes), guías y taxistas.
Encima, entre enero y septiembre de 2024, el Estado cubano invirtió casi cinco veces más en servicios asociados a la construcción y mantenimiento de hoteles que en sectores deprimidos como la agricultura, la educación y la salud, según datos de la ONEI.
Si bien la parte de la población que conoce y analiza esta información ha llegado a cuestionarse el orden de prioridades del Estado, lo cierto es que las arcas públicas están urgidas de divisas y el turismo se vende como la manera más rápida de conseguirlas.
MONEDA DURA Y VOLÁTIL
De hecho, la adquisición de la llamada “moneda dura” (dólares o euros, principalmente) ha sido un dolor de cabeza tanto para la administración Díaz-Canel como para el pueblo, cuyo poder adquisitivo en el peso, la moneda nacional, es francamente exiguo.
“Aquí en pesos no se consigue casi nada, porque en los mercados no hay… Las únicas que están abastecidas son las Mipymes (pequeñas y medianas empresas del sector privado), pero los precios son inalcanzables, o hay que pagar en dólares… ¿Y cómo hace el que cobra un salario o una jubilación en pesos?”, explica a la Agencia Sputnik un ama de casa cubana que recibe remesas.
Aparejado a ello, el cambio del dólar en el mercado informal supera fácilmente los 350 pesos y alcanzó incluso los 400 pesos, a pesar de que la tasa cambiaria del Estado -que no vende dólares, sino un dinero virtual denominado moneda libremente convertible (MLC)- suele rondar los 240 pesos.
La escasez suele disparar el precio de las divisas, así como otros factores, ya sea el colapso del Sistema Energético Nacional (SEN), que dejó el país a oscuras durante varios días en octubre pasado, o el azote casi sucesivo de los huracanes Oscar y Rafael, los cuales golpearon en menos de tres semanas los extremos oriental y occidental del país, respectivamente.
A la desconexión total de la SEN, ocurrida por una rotura en la principal central termoeléctrica del país, le siguieron en semanas sucesivas crisis similares, que las autoridades enfrentaron con islas de generación (grupos electrógenos), pero que no resuelven el problema del déficit de combustible o la obsolescencia de la infraestructura energética de la isla.
La persistencia de la política estadounidense, que Washington denomina “embargo” y La Habana llama “bloqueo económico, financiero y comercial”, dificulta tanto la compra directa de combustible y piezas de repuesto, como el acceso a mercados alternativos, y afecta tanto al energético como a cada sector y aspecto de la cotidianeidad cubana.
Dicha política recibió nuevamente el rechazo de la comunidad internacional en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, sin que a EEUU parezca importarle demasiado la condena, y el eventual regreso de Trump a la Casa Blanca tampoco se antoja un buen augurio para Cuba.
De hecho, Trump revirtió los múltiples avances alcanzados en las relaciones bilaterales durante el llamado “descongelamiento” que impulsaron los presidentes Barack Obama (2009-2017) y Raúl Castro (2006-2018), e incluso recrudeció algunas sanciones contra la isla, las cuales mantuvo el demócrata Joe Biden cuando asumió la presidencia estadounidense en 2021.
Por lo pronto, a inicios de 2024 el Gobierno implementó un severo ajuste en los subsidios, entre otras medidas de austeridad que ajustan el gasto estatal a una suerte de “economía de guerra”, y que condujeron en las postrimerías del año a un reordenamiento del comercio mayorista que afecta principalmente a muchas Mipymes, obligadas a surtir al Estado o desaparecer.
Como sea, el escenario actual divide a los cubanos entre quienes opinan que tras tocar fondo no queda otra que subir y emerger, y quienes prefieren no decir que “ya no puede ponerse peor”, porque aprendieron a puro desengaño que sí se puede. (Sputnik)
Fuente: https://noticiaslatam.lat/
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