Se la tronaron
El auxiliar de limpieza en la escuela secundaria extorsionaba. Lo hacía en los sanitarios. Mientras las clases ocurrían con normalidad. Mucho tiempo antes o después del receso, mal llamado recreo.
Sus rondines, a la par de los prefectos, iban derecho a la vigilancia en los sanitarios. De golpe y porrazo soltar la frase. Chavo viene de tronártela. En ese entonces el cigarrillo era mal visto. Lo es aún.
Cualquiera puede hacer pasar un vaper como lápiz. Los de menos recursos en los bolsillos escondían Sarolo, pegamento y muchas otras locuras de venta en tlapalería. Los pocos pesos sustraídos a los ingenuos y mareados alumnos solo sirvieron para demostrar el despotismo del sistema escalafonario del sindicato mexicano de maestros.
Nuestra mayoría de ciudades espejo sufren de la contaminación. Padecen mala calidad del aire. Sus habitantes consumen pasivos venenos. Ya no somos los fumadores pasivos al final de la vida cargando los ventiladores.
Algunos de los pueblos de la periferia del altiplano nacional ocupan a los pocos habitantes en la producción de pólvora.
Fiestas patronales excéntricas. Nacimientos en regiones de poca población. Consumen mucha de la producción. La otra sale al mercado en las procesiones a la basílica o templos de adoración.
Al sonar las campanadas del nuevo año pólvora sale. Desde insulsas palomas, brujitas, y cohetes multicolores.
Amos de los cerros, de vecindades y de células mayores del crimen organizado, permiten a los soldados de la oscuridad a utilizar sus armas de porte.
Usted puede identificar el tableteo de los AK47, del humilde revolver y de la mata policías.
Ajuste el oído. No abra las puertas. Las balas perdidas siempre tan en el blanco de algún tarugo.
Ciudades de ciegos amanecen neblinosas. Sin cargo de conciencia. La borrachera dura toda la semana hasta el día de reyes. Ajüa.