No esperes
Aspiramos a llegar con bien al siguiente escalón. Cada paseo por la metrópoli resulta aventura extrema. Sortear el pésimo estado de las banquetas, los baches traidores, los agentes de movilidad acechantes.
Afilan los dientes para lanzar la siguiente tarascada.
No esperes a heredar, compra la vivienda de tus sueños. Dos o tres recamaras. Amenidades varias.
En las alcaldías, en las delegaciones, en cualquier parte. Varios millones de humanísticos pesos. Mínimo treinta años de pago hipotecario. Juventud y vejez hermanada. Dar tiempo al tiempo, el turno en la línea de la feria de trabajo.
Sueldos de cortesía, por debajo de la línea de la vergüenza profesional. Pagar por ir a laborar. Renta la vivienda. Dos meses por adelantado. Talón de pago. Estado bancario. Credencial del INE.
Protocolo de angustia. Edad, estado de salud, estudios finalizados. Experiencia en el uso de nuevas tecnologías. Número de teléfono celular, de casa. Referencias, cartas de recomendación.
No esperes a heredar. Compra seguro de vida. Ahorra para los tiempos difíciles. As bajo la manga. Radio pasillo. Las vacantes valiosas no llegan jamás a competirse. En la cuarta transformación, segundo piso, algo parecido a producción de Bollywood.
Militamos en la democrática alternancia. En las calles solidarizados con los menos favorecidos. A Palacio Nacional se colaron los acomodaticios. Profesionales de la lisonja. Estar fuera del presupuesto es naufragar en la absolución. No esperes a heredar.
Los trabajos dignos vienen con apellidos. Los mismos de siempre. Traspasados. Alcurnia aventajada. La periferia social viene en la carreta de la MORENA.