
Nuestro Sol Invicto
Nuevo León es parecido a Texas. Réplica de Houston o Dallas. Los habitantes no usan camiones o metro. Sino vehículos particulares. Ese medio de transporte para viajar a sus lugares de trabajo, las escuelas o los sitios de diversión.
Al llegar al estado, los migrantes nacionales y los inmigrantes extranjeros, ahorran velozmente. Sacan en las agencias o de medio uso sus carros particulares.
En la genética imaginación documentada del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda declaramos inexistentes a los millones de usuarios, estudiantes, desempleados, trabajadores y similares, del Metro y del improductivo Consorcio Camionero.
Alucinamos las filas desde antes de las cinco de la mañana. El pudín humano después de las cinco de la tarde hasta las diez de la noche.
Debemos preguntarles a los texanos, gobernados por el republicano Greg Abbott, si ellos están de acuerdo con la idiosincrasia del vecino por debajo del Rio Grande.
Tal vez se identifiquen con los correligionarios de la zona de San Bernabé, la Alianza, Fomerrey, la Moderna, la Independencia, La Campana, San Ángel Sur, Sierra Ventana, San Pedro 400, Vivienda Popular, Revolución Proletaria, Felipe Carrillo y la Carmen Romano.
Harán sus compras en las tiendas de barrio. Sacarán fiado la lista de alimentos semanales. En las estaciones de gasolina de la calle Cabezada llenan el tanque. Sus hijos cursan estudios en los distritos tecnológico, cumbres y quienes aspiran a la superación personal, en el distrito centro.
De golpe y trancazo, la comunidad texana oscureció los tonos de piel. Viajan al universo cósmico de Real de 14, Mazunte, Xilitla, Tantoyuca y Pinotepa Nacional.
Por supuesto, en sus camionetas familiares de gama alta. Clima artificial al tope de potencia. Flotan entre el pavimento y la irrealidad de coherencia del microrganismo humano, en el banco de pruebas, del gobierno del Nuevo Nuevo León. Arráncate compadre.