
El vecino envidioso
En el barrio da dolores de cabeza. Separa el frente de su casa. Coloca tinas de pintura vacías. No tiene auto. Lo hace por si llegan a visitar los familiares. Desde meses ni las moscas se paran por ahí.
Al vecino no lo quiere nadie de la manzana. Dale la vuelta mejor. El zaguán muestra grietas por el paso del tiempo. Ya se va descascarando. Las varillas de acero oxidadas, desnudas.
Por 20 años vencido el predial. Exige mayor seguridad. Nuestra colonia se llenó de prostitutas, inmigrantes centroamericanos y mariguanos. Roban a plena luz del día. Hasta ley fuga les aplicarían en otros tiempos.
Colocó en la pasarela de concreto la aduana: la idea de cobrar por mirar hacia dentro de su casa. Ya es justo iniciar los trámites del voyeur.
Niños y adolescentes pagan solo la mitad. Adultos cuota completa. Gente de la tercera edad está exenta de cobro.
De las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, jornada de 12 horas. Al canto de los cotorros regreso a la arboleda. Es momento de recogerse.
Suspendía el cobro. La avaricia es pecado mortal. Imaginaba las cuotas vencidas de toda la comunidad. Con eso pagarán por reconstruir las fallas de construcción. Voy a subir la barda un metro más. El vecino de la izquierda y el contiguo de derecha solo por hacerlo enojar colocaron figuras de plástico. Arañas, víboras y alacranes.
De puro susto, subió el precio de asomarse a su propiedad. Con eso respetarán al más fuerte.
Ahora, ni quien guste dirigirle los buenos días. Pálido de tanta bilis.
El vecino envidioso e incómodo, el problemático, es el mismo soplón de los aranceles a cada rato.