
Impunidad, silencio y complicidad: el México que duele
Hoy, México vive una de sus horas más oscuras. No solo por la violencia que nos desangra, sino por la impunidad, el silencio y la complicidad que se han convertido en el sello distintivo de un régimen que prefiere proteger a los poderosos antes que buscar justicia para las víctimas.
Tres temas, en particular, nos obligan a reflexionar sobre el rumbo que está tomando nuestro país: el caso de Cuauhtémoc Blanco, la tragedia de Teuchitlán y el desdén hacia las madres buscadoras. Cada uno de ellos es una herida abierta que duele, que indigna y que nos muestra cómo el poder se ha convertido en un escudo para los culpables y en una losa para los inocentes.
El manto de impunidad sobre Cuauhtémoc Blanco
El caso del exfutbolista y hoy diputado federal, Cuauhtémoc Blanco, es un ejemplo flagrante de cómo el poder político se utiliza para proteger a quienes están acusados de delitos graves. Blanco, señalado por agresión sexual contra una prima, ha encontrado en Morena un manto protector que le permite evadir la justicia. La Sección Instructora de la Cámara de Diputados, dominada por Morena, determinó que es improcedente la solicitud de desafuero, argumentando inconsistencias en la carpeta de investigación. Solo un legislador, Germán Martínez Cázares del PAN, votó a favor de continuar con el proceso.
¿Qué mensaje envía esto a las mujeres de México? Que las denuncias de agresión sexual no importan, que los poderosos están por encima de la ley y que Morena prefiere proteger a uno de los suyos antes que defender a las víctimas. Esta decisión no solo es una afrenta a la justicia, sino también un golpe a la lucha por la equidad de género y el respeto a los derechos humanos.
Teuchitlán: un teatro de la desesperanza
Mientras tanto, en Jalisco, las madres y padres buscadores siguen luchando por encontrar a sus seres queridos en medio de la indiferencia y la incompetencia de las autoridades. El Rancho Izaguirre, presunto centro de adiestramiento del Cártel Jalisco Nueva Generación, se ha convertido en un símbolo de la impunidad y la desidia. A pesar de las evidencias de fosas clandestinas y prendas de ropa encontradas bajo piedras, las autoridades han sido incapaces de llevar a cabo una investigación seria y transparente.
Lo que ocurrió en Teuchitlán no es solo una tragedia, sino una burla. Las autoridades abrieron las puertas del rancho a los medios y a los colectivos de búsqueda, pero lo que mostraron fue un “teatro”, un “recorrido para turistas”, según denunciaron los propios buscadores. Las pruebas clave desaparecieron, las diligencias esenciales no se realizaron y las familias siguen sin respuestas. ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde está el compromiso con las víctimas?
El silencio cómplice de Morena
En el Senado, la situación no es menos indignante. Cuando el legislador del PAN, Marko Cortés, presentó un punto de acuerdo para la creación de un grupo de investigación sobre el caso Teuchitlán, los senadores de Morena decidieron reventar la sesión. Abandonaron el Salón de Plenos, dejando en evidencia su falta de interés por la verdad y su complicidad con un régimen que prefiere ocultar los hechos antes que enfrentarlos.
El silencio de Morena no es casual. Es una estrategia para proteger a quienes están detrás de estas atrocidades. Como bien lo señaló Cortés, “el régimen y los gobiernos están involucrados”. Sabían lo que ocurría en Teuchitlán desde hace meses y decidieron callar. Ese silencio los hace cómplices. Cómplices del exterminio, cómplices de los campos de entrenamiento, cómplices de la impunidad que hoy nos avergüenza como nación.
Un llamado a la conciencia
México no merece esto. No merece un gobierno que protege a los agresores, que ignora a las víctimas y que se burla de quienes buscan justicia. No merece un régimen que prefiere el silencio antes que la verdad. Las madres buscadoras, las mujeres agredidas, las familias rotas por la violencia merecen más que esto. Merecen un país donde la justicia no sea un privilegio, sino un derecho.
Hoy, más que nunca, es necesario levantar la voz. Como lo hizo Manuel Añorve Baños del PRI, como lo hicieron los senadores que mostraron carteles en apoyo a las madres buscadoras, como lo hacen cada día los colectivos que no se rinden. Este es el momento de decidir de qué lado de la historia queremos estar. ¿Del lado de las víctimas o del lado de quienes permiten que estas atrocidades sigan ocurriendo?
La impunidad, el silencio y la complicidad no pueden ser el legado de este gobierno. México merece justicia. México merece verdad. México merece un futuro donde el poder no sea sinónimo de impunidad, sino de esperanza. Hoy ya no solo son 43 como pedía Morena en su tiempo .Hoy se rebasan la cifra en más de 200 y no se puede tapar la atrocidad que ha sucedido en Jalisco así como en algunas otras regiones del país. Por lo pronto , la presidente visitó Nuevo León y no dijo nada . Bueno si alardear de que la economía mexicana está a pedir de boca. No obstante, pareciera que olvido olvidar hacia el cerró y preguntarse ¿qué diablos estoy respirando?.