
La cimentación del amor
Colocó la primera palabra en la conversación. Profesionista del optimismo y la frugalidad. Entrada la media noche sabatina. Va de lleno al casino. Cree en la buena suerte. A sus sesenta años la arquitectura le ha venido a quedar corta.
Ahora escribe su primer libro. Todo es amor. Dios lo manifiesta en las doce costillas. Idéntico a las tribus del pueblo hebrero. Dentro de los cromosomas existe uno con el nombre de nuestro creador. El ser humano construido como maquina perfecta.
En el otro lado, a la salida del barrio residencial, escuchamos cada uno de los argumentos.
Incluso tiene un pretenso. De vida resuelta. Sin la necesidad de estirar la mano. Vive del fruto de los negocios. Insatisfecha desoye el consejo de su padre y de sus hijos. Rehacer la vida en pareja es todo un lujo.
Consciente de los años difíciles por venir. Prefiere la soltería. Pasó ya la experiencia del divorcio conflictivo. La separación de bienes. Remontar la corriente. Comenzar apenas con lo indispensable.
Creyente romana hace algunos años a la campaña evangelística de sanación. Asegura sentir el poder de la oración en las manos del predicador.
La felicidad construye en ese libro las bases contradictorias del supuesto enamoramiento como cometa.
En la pared próxima al casino una leyenda demoledora. Te extraño Dios. Guardamos silencio. El conductor puede también ser consejero. Como el sacerdote a la hora de la confesión. Quien sirve tragos en la cantina. Al arreglar el corte de cabello en la estética unisex.
Tal vez tenga suerte. Recupere el dinero en juego. Contradictoria a los dictados de la conciencia. La ruleta de la necesidad. Idéntica a millones de profesionistas sin poder ejercer los estudios universitarios.
Falta poco, algunos años, para la jubilación y las becas del bienestar del gobierno mexicano.