
Ciudad de México — El cantautor español Javi Robles ha cerrado su primera gira en México con una conexión que pocos artistas logran: convertir canciones en confesiones compartidas y escenarios en espacios de complicidad. Con una mezcla de folk acústico, poesía cotidiana y una presencia escénica que desarma, Robles dejó claro que su música —delicada pero potente— no necesita fronteras.
Desde el silencio reverencial de un silent concert en la PlayHaus by TotalPlay hasta el Auditorio Teopanzolco en Morelos —donde abrió para leyendas como Fernando Delgadillo—, el artista demostró su versatilidad. En el festival Versos y Raíces, ante un público conocedor, su tema “Guerra Mundial” (un himno al amor disfrazado de conflicto) arrancó ovaciones con versos como “No hay bomba que destruya lo que el tiempo no ha podido”.
Pero fue en el formato íntimo de los audífonos inalámbricos donde su arte brilló distinto: cada rasgueo de guitarra y susurro vocal se volvió personal, como si cantara al oído de cada asistente. “¡Javi, ya eres mexicano!”, le gritaron, y el elogio no era casual: entre colaboraciones con músicos locales y grabaciones secretas, Robles sembró la semilla para volver.
Esta gira no fue solo un debut; fue el inicio de un diálogo musical que México, con su tradición de abrazar a los artistas honestos, ya ha hecho propio. Y Robles, sin duda, tiene mucho más por decir.
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