
Cuando las luces se apagaron: La profecía de Musk que España vivió en carne propia
El mundo recibió una advertencia que muchos ignoraron hasta que los apagones masivos en España, Portugal, Francia, y partes de Alemania la convirtieron en una escalofriante realidad. Lo que comenzó como una predicción del visionario Elon Musk sobre una inminente “sequía eléctrica” global, se materializó de forma dramática, este día. Dejando a más de 22 millones de personas en la península ibérica sumidas en el caos y a la comunidad internacional en vilo.
El CEO de Tesla y SpaceX había alertado durante el Bosch Connected World sobre los peligros de un sistema energético mundial al borde del colapso. Sus palabras, que entonces parecieron exageradas, el pasado el pasado 13 de marzo de 2025 describían con precisión quirúrgica la tormenta perfecta que se avecinaba: una demanda tecnológica que crece exponencialmente -especialmente por la inteligencia artificial- frente a una infraestructura energética obsoleta e incapaz de responder a las necesidades del siglo XXI.
El apagón ibérico demostró cuán vulnerables somos. En apenas cinco segundos, España perdió el 60% de su capacidad de generación eléctrica, equivalente a 15 gigavatios. Hospitales, sistemas de transporte, comunicaciones y operaciones industriales quedaron paralizados en lo que el presidente Pedro Sánchez calificó como un evento sin precedentes. Lo más preocupante: tras las primeras investigaciones, las causas siguen siendo un misterio, alimentando teorías y especulaciones sobre nuestra verdadera capacidad para controlar la tecnología que hemos creado.
Este incidente revela una cruda verdad que preferimos ignorar. Vivimos en la era de la hiperconectividad, pero nuestra red eléctrica sigue anclada en paradigmas del siglo pasado. La inteligencia artificial, los dispositivos electrónicos y la digitalización masiva demandan cada vez más energía, mientras las fuentes tradicionales muestran señales de agotamiento. Musk no predijo el futuro; simplemente leyó las señales que muchos se negaban a ver.
El caso español debe servir como alerta global. No se trata solo de mejorar la eficiencia energética, sino de replantear nuestro modelo de desarrollo tecnológico. ¿De qué sirve crear máquinas cada vez más inteligentes si no podemos alimentarlas? ¿Qué valor tiene la innovación si no garantizamos la energía para sostenerla?
La “sequía eléctrica” que anticipó Musk ya está aquí, y España fue solo el primer síntoma de una enfermedad sistémica. El mundo tiene una ventana de oportunidad para evitar que lo que ocurrió en la península ibérica se convierta en el nuevo normal. La pregunta es: ¿aprenderemos la lección a tiempo, o esperaremos a que las luces se apaguen en todo el planeta para reaccionar?
El reloj sigue corriendo. La tecnología avanza sin pausa. Y nuestra capacidad energética, como demostró España, puede colapsar en cuestión de segundos. El futuro no espera, y la electricidad -esa fuerza invisible que damos por sentada- podría convertirse en el recurso más valioso y escaso del siglo XXI. Ciertamente, hoy fue España y, seis países más que no sufrieron tanto daño como los españoles que con este aviso prácticamente retornaron a la época de las cavernas.