
La luna del cazador
Recapacito de manera contundente. Las primeras premisas del papa León XIV llegaron en el momento adecuado. De un solo plumazo borró las medidas conciliadoras de la iglesia católica.
Conservador a la usanza del siglo pasado. Desde condenar los ataques sistemáticos contra la población civil en la franja de Gaza. Del genocidio a ojos de la humanidad. Ejemplo de congruencia para los países alienados.
Lo grave del sitio, no se puede llamar de otra manera, registro de la gravedad del asunto. Israel dividido. Mientras los lideres sionistas impiden el libre transito de alimentos y medicinas.
León XIV deja aclara el panorama espinoso del matrimonio. Acepta como única manera valida ante el evangelio, el papel del varón y la mujer.
Coincidimos con esa postura. No existen claroscuros. Cada uno de los pasajes del buen libro deja de lado lo no binario. El matrimonio santifica por encima de posturas woke. Quienes difieren incurren en la desobediencia celestial. Para el mundo occidental recuperar los espacios de perversidad o de desordenes concomitantes a la fe.
Si dos varones o dos mujeres desean vislumbrar una iglesia doblegada a las modas de las postrimerías de los tiempos, deben conocer las consecuencias de la existencia terrenal.
Suena anacrónico, disfuncional, aquellas posturas fuera del canon. Incluso dentro del protestantismo. Coloca las señales de advertencia. Amor no es amor si se basa en la corrupción del erotismo.
Nadie saldrá excomulgado. Debemos reconocer esa actitud como correcta. Lo blanco permanece impoluto. Lo torcido lleva la misma carga del peregrino adolorido. Carga en sus espaldas una serie de conjeturas basadas en las teorías filosóficas del humanismo carente de civilidad.
Fuego del cielo, como en Sodoma o Gomorra no caerá del cielo. Tampoco convertidos en estatuas de sal en medio del camino de huida.
Cada uno de los justos por su fe vivirá. Sin caer abatidos en la luna del cazador de almas. La cosecha es mucha. Hoy es momento de gratitud. Avanzamos aun dando dos pasos atrás.