Monterrey, tierra de sorpresas. Esta vez, no fue una alfombra roja ni un set de filmación lo que puso bajo los reflectores a Brad Pitt, sino un operativo policiaco en la colonia Independencia. Bueno, para ser precisos: Brad Pitt “N”, de 19 años, quien no tiene Óscar, pero sí un expediente fresco tras su detención la noche del domingo.
En una serie de intervenciones que se extendieron hasta la madrugada del lunes, elementos del Grupo de Coordinación Metropolitana desplegaron un operativo en las empinadas calles del sur de la ciudad. La primera escena se desarrolló en la escalinata del Camino a San Agustín, donde un grupo de personas coincidía sospechosamente con las descripciones de los agentes. Ahí se detuvo a ocho presuntos implicados que, según las autoridades, no viajaban precisamente ligeros de equipaje: chalecos balísticos, pantalones tácticos, botas, un dron dañado, varias básculas digitales y 246 dosis de algo que se parece mucho al cristal, aunque nadie se animó a preguntar si era para repartir o para coleccionar.
La trama se complicó más adelante, en el cruce de Tepeyac y José R. Peña, cuando fueron sorprendidos cuatro más: entre ellos, el joven Brad Pitt “N”, quien en lugar de guion llevaba 40 dosis de la misma sustancia misteriosa y una báscula. Lo acompañaban David “N”, Berenice “N” y Micaela “N”, esta última con 70 años encima y, al parecer, aún con energía para aventuras fuera de la ley.
Y como en toda buena historia de acción, no podía faltar la clásica persecución. En el cruce de Lago de Pátzcuaro y Campeche, dos hombres, al ver llegar a los uniformados, decidieron que correr era mejor que explicar. Uno de ellos no fue lo suficientemente rápido y fue detenido. Su nombre: Jesús “N”, quien portaba un arma con dos balas, más dosis del ya famoso polvo misterioso, una báscula y efectivo. Todo listo para el combo de la semana.
En total, 13 personas fueron puestas a disposición del Ministerio Público. No se sabe si alguno saldrá libre por buena conducta o si alguien más de nombre cinematográfico aparecerá en las próximas entregas. Lo cierto es que en Monterrey la realidad, a veces, supera la ficción.
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