El pasajero paso de Musk por la administración Trump
El polémico paso de Elon Musk por el gobierno de Donald Trump llegó a su fin con un mensaje críptico pero revelador. El empresario, quien fungió como director del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), aprovechó el término de su nombramiento como empleado especial del gobierno para despedirse con una declaración que más parece una advertencia: “La misión del DOGE sólo se fortalecerá con el tiempo”.
Este episodio representa otro capítulo más en la peculiar relación entre el magnate tecnológico y el presidente republicano. Musk fue designado al inicio de la administración Trump para liderar esta agencia creada con el controvertido propósito de recortar el gasto federal. Su rol, definido legalmente como “asesor, experto o consultor temporal”, le permitió operar durante el límite máximo de 130 días que establece la normativa estadounidense.
Lo llamativo del caso es que, según reportes, la salida de Musk no significará el fin de las polémicas funciones del DOGE. La agencia continuará con sus actividades, que incluyen desde despidos masivos de empleados gubernamentales hasta la detección de presuntos fraudes contra la administración federal.
La breve pero significativa participación de Musk en el gobierno Trump deja más preguntas que respuestas. ¿Fue esto un experimento fallido de incorporar talento del sector privado al gobierno? ¿O más bien el inicio de una nueva forma de injerencia empresarial en asuntos públicos? Lo cierto es que, como suele ocurrir con el dueño de Tesla y SpaceX, su paso por Washington no pasó desapercibido y deja un legado que, según sus propias palabras, parece destinado a “fortalecerse” con el tiempo.
Este episodio refleja la creciente tendencia de figuras empresariales incursionando en espacios de poder tradicionalmente reservados a funcionarios de carrera. Un fenómeno que, independientemente de su efectividad, está redefiniendo las relaciones entre el sector privado y el gobierno en la era moderna.
