Entre urnas frías y relatos convenientes
El domingo electoral pasó sin pena ni gloria en amplias regiones del país. Mientras algunos intentan presentarse como redentores que cumplieron su labor, los hechos muestran otra realidad: la participación ciudadana fue notablemente baja en numerosas casillas. La historia oficial, sin duda, ofrecerá sus “otros datos”, pero lo concreto es que en muchos lugares el proceso pasó desapercibido, con urnas que permanecieron casi vacías.
México sigue su curso, más allá de los discursos sobre transformaciones profundas. Los cambios reales, aquellos que verdaderamente benefician a la población, siguen siendo una incógnita. Lo único claro es el distanciamiento entre la narrativa oficial y lo que realmente ocurre en las calles, donde la desconfianza hacia estos procesos parece crecer día con día.
El país merece más que espectáculos electorales y relatos triunfalistas. Exige resultados tangibles que mejoren la vida de quienes habitan este territorio. Hasta ahora, entre votaciones que no convencen y promesas que se diluyen, persiste la duda fundamental: ¿en favor de quién se están haciendo realmente estos cambios? La respuesta, al parecer, sigue guardada bajo siete llaves.
