
La fábrica del pueblo bueno
Los abstencionistas, quienes van contra toda medida del gobierno democrático y receloso, hicieron ya todas las medias necesarias para evitar la participación.
Pensaron con ingenuidad si la baja votación puede ser factor de revocación del ejercicio. Eso ya no pasará. No le quitará legitimidad a quienes resulten beneficiados.
Mientras en la republica de la Argentina es obligatorio el voto libre y soberano, en nuestro México tan herido y tan próximo a los Estados Unidos de América, votar o no, solo va al cargo de conciencia.
Nadie en la noche del domingo 1 de julio podría proclamarse en victoria. Debemos esperar 10 días para el casi imposible conteo. Participamos al ave María. Dame puntería para elegir al menos peor.
Así lo hemos hecho desde la mayoría de edad. La fabrica del pueblo bueno debe ser sabio. Lo suponemos. Irá por el bien común. Desconocemos el significado de esa premisa.
El INE por primera ocasión tratará de cuantificar, validar, entender, cada uno de los valores en las boletas. Sin duda, también los inconformes pondrán mensajes de todo los colores y sabores.
Le tundirán a la presidente y también a Andrés Manuel. Ninguno de los dos esta en las papeletas.
La prueba de fuego es entender las posibilidades de un país altamente polarizado. En concreto entre los centros urbanos y las zonas urbanas.
Los becarios de toda clase de beca federal, estatal y local. Agradecidos millones. Canónicos una minoría. Acostumbrados a las comodidades de la vida caótica. Donde quien no tranza no avanza.