
Los placeres de la joven adultes
Paseamos por entre los pasillos. Hacemos el supermercado casi a medianoche. Cuando los del tercer turno colocan los estands vacíos.
Sin prisa alguna. Observatorio de trasnochadores. Las parejas de recién casados colocan en los carritos los artículos.
Casi todos comienzan en el área de limpieza. Multipaquetes de papel sanitario. Desodorantes de última generación. Pastillas de jabón cuasi artesanales. Toallas sanitarias o tampones para conocedoras.
Cereales bajos en contenido de azúcar. Para ayudar los intestinos perezosos. Importados a costo de oro.
Entre las carnes frías, jamones, salchichas, quesos y chorizos españoles, las barricas de cerveza, botanas y vinos para engrosar la cava.
Ahí van filtrando los vales de despensa. Algunos cortes de carnes finas o de molida. Para ir tirando hasta llegar a la siguiente quincena.
Ofertas tan tentadoras como el tres por dos. Aun supere la capacidad de refrigeración de los electrodomésticos en el hogar.
Fieles a la costumbre de la infancia pospuesta, el área de juguetes. Imposible saltar o evitamos conocer las novedades de temporada.
Ya encontramos el Capitán América de ascendencia afroamericana. Incluye al Hulk de color rojo de la cinta donde Harrison Ford, siendo presidente del país con mayor déficit y endeudamiento de la historia.
Imaginamos cada uno de ellos en las vitrinas inexistentes de nuestro estudio. Al lado de la legión de la maldad.
El placer de la adultes joven congregante en las tiendas de 24 horas. La tierra prometida en el after hour. Las plumas de cobro del estacionamiento levantadas. Bendita modernidad de los inmoderados. Mea sea la culpa.