Juan Gual
Río de Janeiro (Brasil).- Los incendios forestales en la Amazonía brasileña batieron su récord histórico el año pasado: en 2024 ardieron 15,6 millones de hectáreas, prácticamente la superficie de Uruguay, según datos del “Informe Anual del Fuego”, de la organización MapBiomas (que agrupa a universidades, centros de investigación y ONGs).
“De todos los biomas que tenemos en Brasil, la Amazonía es el que más ardió, y es un bioma en que el fuego no forma parte del ecosistema; sin ignición humana no tendríamos este escenario, lo que vemos es una combinación de factores antrópicos”, explica en una entrevista con la Agencia Sputnik el investigador de MapBiomas Felipe Martenexen.
Las imágenes de la mayor selva tropical del mundo ardiendo se repiten cada año en la estación seca, sobre todo en los últimos meses del año; septiembre suele ser el peor mes y la severa sequía de los últimos dos años, agravada por el fenómeno El Niño, dejó la selva más reseca y propicia a los incendios.
Ese contexto, junto al telón de fondo general del calentamiento global, explica una devastación récord: los casi 16 millones de hectáreas que ardieron el año pasado en la Amazonía brasileña representan un 117 por ciento más que la media histórica, y esa área corresponde al 52 por ciento de todo el territorio brasileño afectado por los incendios en 2024.
Aunque el estudio de MapBiomas, basado en imágenes captadas vía satélite, se centra en la superficie quemada y no en sus causas, Martenexen explica que la mayoría de incendios son provocados por propietarios rurales que buscan deshacerse de vegetación deforestada previamente, aunque en los últimos años, debido al resecamiento de la selva, muchos incendios salieron de control y saltaron al bosque intacto.
El informe de esta entidad ofrece una radiografía inédita de los incendios en Brasil, más allá de la Amazonía, y revela, por ejemplo, que el 64 por ciento del área quemada en el país ya había ardido al menos una vez entre 1985 y 2024 y los biomas tienen cada vez menos tiempo para recuperarse.
El caso más claro es el del Cerrado, una sabana tropical con una biodiversidad extraordinaria pero que sufre mucho con la presión ganadera y agrícola, sobre todo por los latifundios de soja.
En esta región 3,7 millones de hectáreas se quemaron más de 16 veces en los últimos 40 años.
Se trata de un bioma donde el fuego forma parte del ciclo natural y la flora es altamente resiliente, pero aún así, el especialista advierte que el ritmo y la intensidad está aumentando tanto que se está rompiendo el equilibrio ecológico: “Muchas áreas de vegetación nativa acaban volviéndose campos empobrecidos dominados por plantas invasoras”, lamenta.
Para hacer frente a este escenario Brasil cuenta con escasos recursos, sobre todo cuando hay fuertes olas de incendios como las del año pasado. La crisis que el Gobierno vivió el año pasado, con un puñado de avionetas para atajar los inmensos incendios del Pantanal, fueron un ejemplo elocuente.
Los especialistas admiten que hay dos problemas: por un lado, Brasil tiene medios (bomberos, brigadistas, etc) pero son insuficientes y están mal repartidos.
Además, juega en contra el tamaño continental del país y el desafío logístico que supone vigilar territorios como la Amazonía (del tamaño de Europa) escasamente poblados.
Finalmente, falta la conciencia de que los incendios forestales de gran dimensión, ya forman parte de los problemas ambientales del país, una noción que, por ejemplo, sí tienen regiones más acostumbrados a lidiar con el fuego, como California o los países mediterráneos.
“Hay que hacer que la cultura de prevención del fuego sea una cultura de Brasil, que sea continua; que haya educación ambiental, que las quemas controladas en la agricultura se hagan con patrones de prevención… El Gobierno tiene que entender que está cambiando el patrón del fuego, porque lugares que normalmente no ardían ahora arden”, finaliza Martenexen. (Sputnik)
Fuente: https://noticiaslatam.lat/
Dibujo tomado de https://x.com/LemusteleSUR
eitmedia.mx
