
Sheinbaum se aferra a defender a López-Gatell pese a críticas y memoria colectiva
En un país donde las cifras de la tragedia siguen doliendo, la presidenta Claudia Sheinbaum insiste en defender lo que para muchos resulta indefendible: la designación de Hugo López-Gatell como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud. No importan las críticas, no importan los señalamientos. La mandataria cierra filas en torno a quien fue el rostro más visible de la gestión sanitaria durante la pandemia y quien, para gran parte de la población, simboliza decisiones que costaron vidas.
“Reivindico a Hugo, va a hacer un buen papel”, sostuvo la presidenta al ser cuestionada por el nombramiento, minimizando los cuestionamientos de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México. Para ella, las críticas provienen “de los mismos de siempre”, aquellos que —a su juicio— han construido una narrativa en contra desde hace años.
Sin embargo, más allá de los grupos políticos, la resistencia a este nombramiento nace del profundo descontento social que aún persiste. Las más de 800 mil muertes relacionadas con la pandemia siguen presentes en la memoria colectiva, acompañadas por la imagen de un funcionario que durante la crisis sanitaria protagonizó contradicciones, omisiones y estrategias cuestionadas por expertos nacionales e internacionales.
La defensa de Sheinbaum no es nueva. Desde que asumió la presidencia ha respaldado figuras clave del anterior gobierno, incluso cuando estas arrastran un amplio desprestigio social. En el caso de López-Gatell, la incomodidad es mayor porque su designación no es menor: lo coloca como representante de México ante la comunidad internacional en materia de salud, justo en el organismo que lideró la respuesta mundial a la pandemia.
Más allá de discursos y lealtades, el debate trasciende nombres. Se trata de preguntarse si el país necesita seguir justificando decisiones del pasado que dejaron cicatrices profundas, o si es momento de comenzar a reconstruir la confianza con perfiles capaces de sumar sin cargar el peso de errores que muchos no están dispuestos a olvidar. Por ahora, la presidencia parece haber tomado su decisión. La ciudadanía, sin embargo, también ha tomado la suya.