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Gerson Gómez

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Al chasquido de los dedos

Neurótica. Apabullante. Resulta la urbe. Obras para extender la membresía del concreto. Saturar hasta los últimos metros libres. Chapopote. Municipios o delegaciones pudientes. Colocan concreto antiderrapante.

Alfombra de agarre al neumático. Impresionan a las autoridades. Amores demostrables en el misterio de los erarios.

En una semana hemos sufrido tres actos contrarios a las buenas maneras. En la primera una dama en camioneta apura cuando cedemos el paso al peatón.

Muestra el reloj y truena los dedos. Esa señal de autoritarismo impositivo. Tenemos preferencia. Guardamos las cebras en la esquina. Ella tiene alto. Tal vez la humildad del vehículo personal. Lo desconocemos.

Otra partitura de la migraña de los mercados rodantes. Incluso antes de funcionar. Apropiados del tránsito. Tal vez algunos minutos. No llevamos prisa. Son apenas las seis de la mañana del domingo.

Al liberar el trayecto el sucio y funesto trabajador de los alimentos sermonea al conductor. En ningún momento se acelero o faltó a la razón. Es mejor la amabilidad. Pensar con empatía.

Venderá más. Estará feliz la jornada completa. Clausura la charla con un ya pásele.

A media jornada de la semana, quedamos de compartir alimentos con el amigo en problemas. Antes de llegar al domicilio, en lo más compacto de la calle de un sentido, otro cafre del volante viene activado el claxon.

Levantamos la cara. Toda esta zona universitaria es de 30 kilómetros por hora. No se puede rebasar ni a diestra o siniestra.

Debemos mantener la serenidad. En la esquina baja el chofer. Nos toma video. A las placas. Desconozco el poder de las redes sociales cuando uno cumple con el reglamento de tránsito.

Aún así, sigue dos cuadras con la orquesta de la trompeta. Le enviamos un abrazo. Y le decimos tranquilo. Debemos compartir la amabilidad. Tratar con bondad.

Nos esperan para comer. Nuestro franco amigo trae consigo sus ropajes para lavar. Apago el motor. Desciendo del auto.

Vamos al insistente y desbocado, quien también nos mostró el reloj y nos tronó los dedos. Le pido a mi amigo me acompañe. Mide dos metros con tres y tiene un gran corazón.

En la puerta del conductor le digo. Sabe, debemos de ser más amables. Asustado por la presencia de mi buen aliado piensa en una posible agresión. Le respondemos no. El esta para una simple función. Para evitarme llegar a los golpes.

Jamás le he faltado al respeto y usted hasta con los dedos, como si yo fuera alguien inferior. Seamos amables. Si usted y yo lo hacemos vamos a comenzar un cambio.

Volví al auto. Algo hicimos con el alma de la zona.

La promoción del día de la cadena de mundial de sándwiches fue milanesa tres quesos. Algo bueno para tanta tensión.