
Ni la lluvia ni la incredulidad impidieron que este 10 de julio la Librería CONARTE se transformara por unos minutos en un escenario donde los colmillos, la inclusión y la democracia convivieron en armonía gracias a Vamperro, un cuento infantil que se atreve a morder donde más incomoda: en los prejuicios.
Alejandra Esquivel Quintero, consejera electoral del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Nuevo León, tomó la palabra no como funcionaria, sino como cómplice literaria. Al presentar la obra, recordó que Vamperro forma parte de la colección Libros de la Anacahuita, una iniciativa editorial del Instituto dirigida a infancias y juventudes. “Este libro fue seleccionado en una invitación abierta”, subrayó, como quien deja claro que aquí no hay vampiros designados a dedo.
El autor, Carlos Calles, se despojó de toda formalidad y leyó el primer capítulo: Los colmillos de Vamperro, un fragmento con olor a papel nuevo y corazón de infancia. Luego confesó el origen real de la criatura que creó: “Vamperro es mi primera novela infantil, es una novela que surgió por muchas razones, pero la convicción de querer escribir una novela infantil viene de mi hijo Gael, que tiene 6 años”. Ahí estaba, pues, el verdadero culpable de esta historia.
Xóchitl Jasso, promotora y mediadora de lectura, no perdió oportunidad para apuntar que el cuento de Calles no se queda en lo anecdótico: “Con infancias se pueden abordar temas como la autoestima, la inclusión, la tolerancia, el respeto por las diferencias, la pluralidad, la democracia, los prejuicios y la discriminación”. Y aunque suene a temario de civismo, en boca de un perro vampiro todo suena menos solemne y más entrañable.
Entre los asistentes estuvieron presentes el consejero electoral Michael Alberto Banda Espinosa, el secretario ejecutivo del organismo, Martín González Muñoz, y varios mediadores de lectura que —quizás sin saberlo— salieron del lugar con una mordida amistosa de Vamperro en el alma. Porque a veces, para hablar de lo serio, hace falta un perro con colmillos que se atreva a reír.
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