lunes, 14 julio 2025
32.4 C
Monterrey

Gerardo Ledezma

Últimas Noticias

Revocaciones, abogados y otros enredos: México y su eterno déjà vu democrático

Dicen que en México todo puede pasar… y que nadie se entera a tiempo, salvo cuando el escándalo ya cruzó la frontera. Esta semana, por ejemplo, el encargado de voltear al gobierno mexicano —y de paso sacudir el avispero político— no fue un funcionario ni un opositor, sino un abogado estadounidense. Jeffrey Lichtman, defensor de Ovidio Guzmán, se plantó frente a los micrófonos en Estados Unidos para recordarnos que cuando se trata de decisiones importantes, nuestro país a veces ni invitación recibe.

“La idea de que el gobierno de Estados Unidos incluyera al gobierno de México en alguna suerte de negociación y decisión, es absurda esa idea”, dijo Lichtman con la claridad de quien lleva décadas litigando delitos de alto perfil. Y para que no quedara duda, mencionó el caso Cienfuegos: aquel breve episodio diplomático en el que un general fue devuelto a casa solo para que aquí lo declararan impoluto.

En respuesta a la queja de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre no haber sido tomada en cuenta en la negociación de Guzmán con el gobierno estadounidense, Lichtman fue más lejos: “Entonces el gobierno de México violó un acuerdo bilateral que tenía con el gobierno de Estados Unidos”. Y así, en cuestión de minutos, el defensor de “El Ratón” no solo desmintió al gobierno mexicano, también lo expuso como un actor secundario en un drama donde los protagonistas ya tienen guion y aplausos reservados.

Mientras tanto, en el Congreso, el diputado Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja lanzó una propuesta que en otro contexto podría parecer subversiva: dar a la ciudadanía la facultad de revocar el mandato de sus presidentes municipales. Claro, no sin antes pasar por todo un filtro constitucional, firmar respaldos del tres por ciento del padrón, y movilizar al 40 por ciento del electorado. Todo muy participativo… si no fuera por lo complicado que es siquiera lograr que la gente vote en una elección común.

“Debe ser un ejercicio democrático mediante el cual la población del municipio decida si continúa con el mandato el titular del Ejecutivo local”, explicó el legislador, con el entusiasmo propio de quien cree que la democracia no debe limitarse a poner boletas en una urna cada tres o seis años. Y tiene razón, aunque el problema no suele estar en la teoría.

México parece debatirse entre la desconfianza de ser ignorado por los grandes y el anhelo de reinventar su democracia desde abajo. Mientras un abogado en Nueva York dicta verdades incómodas, aquí seguimos diseñando mecanismos para que la ciudadanía pueda cambiar lo que no funciona… algún día.

Porque al final, ya sea en la Corte de Manhattan o en el Congreso de la República, el dilema mexicano sigue siendo el mismo: ¿cómo ejercer el poder si ni siquiera estamos seguros de tenerlo?