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Viaje en tren, boleto al despilfarro

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Rubén Moreira no necesitó hacer escalas para llegar a su diagnóstico: el Tren Maya no es el emblema del progreso, sino la prueba tangible de lo que calificó como un sexenio lleno de improvisaciones costosas. En un recorrido de Mérida a Campeche, el diputado federal no solo encontró andenes y vagones vacíos en plena temporada vacacional; también, según él, halló el reflejo de un proyecto sin usuarios, sin promoción y con un costo que pesa más que sus rieles.

“Mientras millones de mexicanos carecen de servicios básicos, el gobierno sigue destinando miles de millones a un tren que no es autosostenible, que no genera los empleos prometidos y que, para colmo, cuesta más que lo necesario para medicamentos, agua potable y drenaje”, sentenció el legislador priista en su programa Con Peras, Manzanas y Naranjas. Acompañado por especialistas, sostuvo que el subsidio destinado al funcionamiento del Tren Maya en 2025 superó los 40 mil millones de pesos. Para ponerlo en contexto, los recursos dirigidos a medicamentos ese mismo año apenas rozaron los 2 mil 400 millones.

A la crítica económica se sumó la ambiental. Ignacio Loera, conservacionista, documentó el impacto ecológico con imágenes de deforestación y extracción masiva de piedra caliza. Según su testimonio, los daños van más allá de las vías del tren: la selva fue atravesada por caminos de acceso sin planificación adecuada, sin pasos de fauna, y con ecosistemas fragmentados.

Moreira no se detuvo ahí. Señaló que el costo del tren es 25 veces mayor a los ingresos que ha generado. Mientras tanto, los campesinos más pobres del país han sido marginados, como los ixtleros y los candelilleros, quienes vieron reducirse el presupuesto de la Conaza de más de mil millones en 2018 a tan solo 60 millones de pesos, apenas suficientes para cubrir sueldos.

Miguel Ángel Sulub y Francisco Lezama reforzaron las cifras: la nueva Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario, creada para operar el tren, recibió más recursos que estados completos como Tlaxcala o Zacatecas. Y en paralelo, la inversión en infraestructura carretera ha disminuido en más de 205 mil millones de pesos en los últimos siete años, provocando un deterioro visible en caminos y conectividad.

A decir de Moreira, el país enfrenta un colapso financiero: un presupuesto de 9.3 billones de pesos comprometido por el pago de deuda, recortes a sectores clave y recursos desviados hacia proyectos que, como este tren, no rinden cuentas ni resultados.

“El país está quebrado”, concluyó con el respaldo del economista Mario Di Costanzo, quien expuso cifras desfavorables en inflación y empleo. Y aunque el tren ya corre sobre sus rieles, el legislador coahuilense sugiere que el rumbo todavía puede cambiar. Pero para eso, afirma, hace falta voluntad, menos propaganda y más soluciones.

eitmedia.mx