
Cuando el tapete se mueve… hasta los más cercanos pierden el equilibrio
México vive tiempos en los que el pasado parece no querer quedarse en el olvido. Y como en toda buena tragicomedia política nacional, los protagonistas de ayer regresan hoy, no para la ovación, sino para rendir cuentas. Esta vez el foco está sobre Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad en Tabasco, señalado nada menos que de liderar un grupo criminal. Vaya currículum.
El personaje en cuestión no es un improvisado. Su trayectoria lo ubica sirviendo lealmente a tres gobernadores priistas antes de escalar, como pocos, a las alturas de la Cuarta Transformación bajo el ala de Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación y actual coordinador de los senadores de Morena. El ascenso de Bermúdez no fue un accidente: fue apadrinado desde las más altas esferas. Hoy, esa cumbre tiembla.
“Yo creo que como figuras públicas debemos estar abiertos al escrutinio”, advirtió la senadora de Movimiento Ciudadano, Amalia García, con tono sereno pero directo. Y vaya que hay cosas que revisar. Porque mientras Estados Unidos mete la nariz en temas mexicanos, resulta que desde aquí también se cocina un escándalo que compromete no solo al viejo PRI, sino a la 4T y, por si fuera poco, al gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum. Al parecer, la “barredora” de Tabasco no solo limpia calles: también cubre rastros incómodos.
No por nada Jorge Carlos Ramírez Marín, senador del Verde, pidió explicaciones claras. Y aunque reconoció que Adán Augusto no puede cargar con todo el paquete, sí dejó claro que “si es requerido, tendrá que acudir a rendir cuentas”. Eso sí, no perdió oportunidad para pasar la bolita y recordar que “no he visto que llamen a Calderón para declarar sobre Genaro García Luna”. Comparaciones incómodas, pero inevitables.
Lo cierto es que lo de Tabasco no es caso aislado. Es reflejo de un modelo donde la supuesta coordinación entre autoridades y criminales para “bajar la violencia” ha hecho exactamente lo contrario. Guanajuato, bastión panista desde hace décadas, es otro ejemplo donde la estrategia no solo ha fallado: ha colapsado.
“El T-MEC, los aeropuertos y hasta el combustible para aviones están hoy en manos de quienes fueron parte del círculo de confianza de Bermúdez”, se recuerda desde la opinión pública. Porque sí, el exgobernador interino de Tabasco, Carlos Merino Campos, actual responsable de ASA, también tiene su historia enredada en este thriller político.
Hoy no basta con deslindarse. Tampoco con guardar silencio o mirar hacia otro lado. Como dijo Amalia García, es momento de rendir cuentas. Porque si el “tapete” ya se movió, lo que sigue no es fingir que todo sigue igual, sino barrer —ahora sí— de fondo. Y no con la “barredora” equivocada.