
Ciudad de México.– Hay irrupciones en el cine que no solo sorprenden, sino que marcan una línea divisoria entre lo que fue y lo que está por venir. Andrés Revo, con su papel protagónico en Hombres Íntegros, ha cruzado ese umbral con una intensidad que no necesita gritar para hacerse escuchar. Su nombre ya resuena con peso propio en la 67ª edición del Premio Ariel, donde compite como Mejor Revelación Actoral. Y aunque la competencia es dura, su presencia es de esas que no se pueden ignorar.
En una historia que escarba sin pudor en las contradicciones de una élite blindada por el silencio, Revo interpreta a Alf con una mezcla poderosa de fragilidad y coraje. La cinta de Alejandro Andrade Pease, ambientada en un colegio católico, no escatima en verdades incómodas: pactos tácitos, violencia velada y una identidad que se construye desde la culpa. En medio de ese laberinto emocional, la actuación de Revo se convierte en el eje que sostiene y revela el corazón roto de un sistema.
“Lo que Andrés Revo ha hecho con Hombres Íntegros no es simplemente actuar: es revelarse ante el mundo con una verdad que nace desde la entraña”, coinciden críticos y jurados que ya lo han premiado en festivales como Morelia y Tequila. Su interpretación no solo lo colocó en el radar nacional, también lo llevó a escenarios internacionales, como Madrid, donde la cinta comienza a generar eco en medios europeos y latinoamericanos.
Desde que su nombre apareció en las nominaciones al Ariel, junto a Jairo Hernández, José Alberto Patiño y Sofía Quezada, el joven actor ha sabido mantener una actitud serena y agradecida. Desde Los Ángeles, donde atiende compromisos profesionales, ha dejado claro que el reconocimiento no le nubla la mirada: lo compromete. “En un país donde la revelación actoral es, tantas veces, también una declaración de principios”, se ha dicho, y en su caso, la frase encuentra cuerpo.
La ceremonia del Ariel se celebrará el 20 de septiembre en Puerto Vallarta. Hasta entonces, la expectativa crece. Porque lo que Revo entrega en pantalla no es una promesa, es una certeza: hay una nueva voz en el cine mexicano que no solo quiere contar historias, quiere contarlas bien, sin miedo, sin concesiones.
Y si el Ariel lo reconoce, no será solo por un debut brillante, sino por haber hecho lo más difícil: hacernos sentir incómodos, vulnerables y profundamente humanos. Como el buen cine. Como los buenos actores. Como Andrés Revo.
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