
Parece que Juárez dejó de ser el alumno problema del salón y se convirtió, de golpe, en el cerebrito de la clase de seguridad. Lo curioso es que ahora otros municipios están tan impresionados con su repentina conversión que hasta viajan para tomar apuntes. Y es que, según las cifras que presumen las autoridades locales, los delitos bajaron tanto que da la impresión de que en Juárez ya no se delinque, sino que se dictan conferencias sobre cómo no hacerlo.
Encabezando esta pequeña cátedra del orden, el alcalde Félix Arratia y su secretario de Seguridad, Mauricio Gaviña, ofrecieron una suerte de taller intensivo a colegas de Lampazos, Aramberri y Linares, quienes seguramente pensaban que Juárez era más un ejemplo de “lo que no se debe hacer” hasta hace no mucho. Pero ahora, con una supuesta reducción del 70 por ciento en homicidios y apenas cuatro en junio, el municipio se presenta como la revelación del campeonato.
Hasta el gobernador Samuel García ya hizo su tour de reconocimiento para aplaudir los logros. Porque cuando alguien pasa de tener una reputación dudosa a ser el ejemplo a seguir, claro que se vuelve atractivo. Más si, de paso, puede convertirse en herramienta publicitaria.
El operativo “Calles en orden” ha sido la estrella del espectáculo, al igual que una policía que, dicen, es ahora la mejor pagada del área metropolitana. No es poca cosa, considerando que en la mayoría de los municipios a los elementos les pagan con aplausos y café recalentado.
La historia es tan perfecta que parece escrita para una campaña: coordinación con el Ejército, con Fuerza Civil, recuperación de vehículos, disminución de delitos patrimoniales y hasta condiciones laborales dignas. Todo en solo diez meses. Un milagro, pues. O, al menos, una buena estrategia de comunicación.
Así que, mientras los otros municipios toman notas, lo que queda por ver es si este modelo funciona igual en tierras ajenas o si solo Juárez encontró la fórmula mágica para bajar las cifras… y subir la popularidad.
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