Acordeones, multas y pagos en abonos: la tragicomedia judicial al estilo Elektra
En esta República donde hasta la justicia se maquilla con plumón, no podíamos esperar menos de una elección judicial en la que los candidatos llevaron acordeones… no para estudiar, claro, sino para asegurarse de votar por ellos mismos sin margen de error. Porque, ¿quién necesita imparcialidad cuando puedes llevar tu propia “chuleta” a la urna?
La presidenta Claudia Sheinbaum, siempre lista para defender lo indefendible, arremetió contra el INE con la elocuencia que solo otorga la molestia genuina cuando se exhibe la trampa. “Son contradictorias las resoluciones del INE”, dijo desde su púlpito matutino, que ya parece más cabina de defensa permanente que espacio de gobernanza. Según su lógica, si el INE primero minimizó el asunto y luego lo sancionó, el problema no son los acordeones sino la falta de coherencia del árbitro electoral. Clásico: cuando el árbitro pita en contra, es porque está vendido.
Pero no hay que ser malpensados. Aquí no se cometió fraude, apenas se hizo trampa con estilo. Y para muestra, las sanciones: 6.3 millones por los acordeones y 18 millones más por irregularidades en ingresos y gastos. Nada que no se pueda pagar en cómodas mensualidades. Porque, claro, cuando el INE sanciona, lo hace al más puro estilo Elektra: ¿quiere liquidar todo de una vez o mejor ir abonando con calma, sin presión? Así de flexible la justicia electoral.
Eso sí, la Unidad de Fiscalización —la única que parece haber trabajado— hizo su tarea: revisó la capacidad de pago de cada juzgador, porque si se autofinanciaron su campaña (eso dicen), entonces que también paguen su multa sin llorar. Total, el SAT ya está enterado, y si hay que embargar, se embarga con cariño.
Pero lo más tierno de todo esto es que estos aspirantes a impartir justicia, que no vieron nada malo en copiar durante el examen, podrán seguir siendo jueces, magistrados o lo que el acordeón haya dictado. Que quede claro: no es trampa si todos lo hacen, y menos si después se paga en cuotas.
La justicia, al parecer, no solo es ciega… también se puede pagar en mensualidades.
