
Los acordeones no eran el problema… era quién los imprimió con dinero fantasma
Pues ahora resulta que no fue por los acordeones. Así, como quien intenta explicar que el pastel no estaba malo, sino que nadie sabe quién lo horneó ni con qué ingredientes. El INE, en su papel de árbitro electoral con lupa y reglas, decidió ponerle lupa (y multa) a 118 candidatos que ganaron en la pasada elección judicial, no porque usaran esos famosos acordeones que hasta parecían receta de cocina política, sino porque nadie sabe quién los pagó.
Y mientras la presidenta se indignaba públicamente porque, según ella, sancionar por ese motivo era una exageración más del instituto, la consejera Carla Humphrey salió con la verdad más incómoda: no fue por el acordeón, fue por el dinero sin factura. Porque en este país donde hasta para vender tamales te piden permiso, resulta que imprimir miles de papelitos con “sugerencias de voto” y repartirlos como si nada, sin declarar quién soltó el dinero, sí es ilegal. O al menos, sancionable.
Lo más curioso no es que el INE impusiera sanciones, sino que varios de los multados fueron los mismos que ahora están a punto de asumir cargos de altísima responsabilidad en el Poder Judicial. Porque nada como arrancar tu carrera en la Corte sabiendo que alguien te pagó el acordeón… y nadie dice quién.
Y no, no se invalidó la elección —como también aclaró Humphrey— porque el INE no halló elementos para anularla. Solo que ahora, en la fase “post fiesta”, toca levantar los vasos, contar los platos rotos y ver quién metió la botella sin avisar.
La historia da para tragicomedia: los candidatos reciben “ayuda” impresa, se benefician en plena jornada electoral y después aseguran no saber quién los quiso tanto como para gastar en ellos. El INE, por su parte, dice que la ley prohíbe esas aportaciones “de terceros” y por eso se sanciona, sin importar si ganaron o perdieron. Aquí nadie se salva si apareció en la papeleta con acordeón en mano.
Así que no, señora presidenta, no es censura ni obsesión. Es que las reglas dicen lo que dicen, y aunque muchos quieran leerlas en acordeón, al final es el INE quien pone la nota… y ahora también la factura.