
¡Ahora sí, Pemex se rescata solito! (o eso nos quieren hacer creer)
Dicen que la fe mueve montañas… y que también puede levantar a Pemex, aunque esté hundido hasta el cuello en deudas que ya ni se atreven a calcular. Porque sí, Pemex está más allá del rescate desde hace tiempo, pero nunca falta quien le eche otro salvavidas—aunque esté hecho de humo y promesas patrióticas recicladas.
Ahí está la presidenta Claudia Sheinbaum, quien con rostro serio y firme voz anunció que ahora sí, el rescate va en serio. Una estrategia integral de capitalización y financiamiento 2025-2035, diseñada con precisión quirúrgica para revivir a la empresa que lleva décadas funcionando como símbolo nacional y lastre financiero al mismo tiempo.
“Para 2027, Pemex no va a necesitar apoyo de la Secretaría de Hacienda… Pemex sale solito”, dijo la mandataria, y hasta pareció que lo creía. Según explicó, los pagos altísimos de amortizaciones e intereses en 2025 y 2026 serán el último trago amargo. Después, magia: la petrolera caminará sola, fuerte y soberana, como en aquellos relatos épicos de Lázaro Cárdenas que todavía nos recitan algunos nostálgicos.
Pero volvamos a la realidad: mientras el discurso apela al orgullo nacional, las cifras siguen sin cuadrar. El llamado “derecho petrolero para el bienestar” bajará los impuestos a la empresa a niveles de fiesta fiscal: de 65% en 2019 a apenas 12% en la producción de gas. ¿Y el bienestar? Pues habrá que buscarlo con lupa.
El segundo y tercer eje de la brillante estrategia también están diseñados con elegancia burocrática: más apoyo de Hacienda para reducir la deuda (sí, esa misma que prometen que dejará de existir en dos años), y financiamiento adicional en 2025 para inversión productiva. Porque claro, cuando una empresa lleva años siendo rescatada, lo único que necesita es un empujoncito más.
Mientras tanto, la sombra del huachicol sigue ahí. Un problema que no desaparece con discursos ni con recortes de impuestos. Aunque no se mencionen nombres—por aquello de los rumores—hay apellidos que ya están escritos en crónicas no oficiales, en reportajes y en la memoria colectiva.
Y mientras todo esto ocurre, el ciudadano común, ese que alguna vez creyó que el petróleo era suyo, sigue esperando. No una rebanada del pastel… al menos una migaja. Pero ni eso.
Al final, el verdadero milagro no es que Pemex pueda sobrevivir, sino que todavía haya quienes crean en los rescates que parecen disfrazar una agonía con más papel celofán y discursos del México que ya fue… o que nunca fue.