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Entornos tóxicos disparan renuncias y frenan productividad en México

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El acoso laboral y un liderazgo ineficaz están generando una fuga de talento que golpea de lleno a las empresas mexicanas. Según la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (AMEDIRH), 17% de las renuncias en el país ya están motivadas por hostigamiento o riesgo psicológico, una cifra que representa pérdidas equivalentes al 40% del salario anual por persona debido a la rotación y al presentismo, fenómeno en el que el trabajador acude a su puesto, pero con un rendimiento mínimo.

El problema se agrava con el estrés generalizado: el 42% de los empleados en México reportó haber estado bajo presión durante gran parte del día anterior, de acuerdo con la encuesta State of the Global Workplace 2024 de Gallup. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) confirma que la violencia y el acoso afectan a uno de cada cinco trabajadores a nivel global, mientras que en México, la ENDIREH documenta que 20.8% de las mujeres ha sufrido violencia psicológica en su lugar de trabajo.

La dimensión de esta crisis laboral no es menor. La ansiedad y la depresión cuestan cada año un billón de dólares a la economía mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en el país la tendencia va al alza: durante el primer trimestre del año, las renuncias relacionadas con acoso y riesgos psicosociales crecieron 15%.

El liderazgo empresarial aparece como el origen estructural del problema. Un informe del Instituto del Propósito y Bienestar Integral (IPBI) de la Universidad Tecmilenio señala que la percepción de los trabajadores sobre el interés de sus jefes en su bienestar cayó de 4.10 a 3.90 en tres años. “Un ambiente laboral tóxico reduce la productividad. El impacto se manifiesta en costos directos como el ausentismo y la alta rotación, pero también en costos indirectos como el presentismo”, advierte Rosalinda Ballesteros, directora del IPBI.

Aunque el 71% de las empresas afirma tener protocolos contra la discriminación, la realidad muestra que esas políticas suelen quedarse en el papel. La desconexión entre discurso y práctica mantiene abierto un boquete que drena talento y productividad.

Expertos insisten en que prevenir el mobbing es una necesidad estratégica. No se trata solo de establecer comités de ética o reforzar protocolos, sino de replantear el modelo de liderazgo con capacitación en empatía, criterios de evaluación objetivos y claridad en funciones y responsabilidades.

La evidencia es clara: proteger el bienestar de los trabajadores no solo responde a una exigencia ética, también es una de las inversiones más rentables para la sostenibilidad y el crecimiento de las empresas en México.

eitmedia.mx