
La tragedia aérea de García revela negligencia y consumo de sustancias
La muerte de la conductora Débora Estrella en un accidente aéreo en García, Nuevo León, no fue un simple infortunio; las investigaciones oficiales han dejado claro que detrás de la tragedia hubo una combinación de imprudencia y consumo de sustancias por parte del piloto. La Fiscalía de Nuevo León confirmó que Bryan Ballesteros, quien operaba la avioneta, dio positivo tanto en alcohol como en cannabis.
No quiero decir que me sorprenda. La verdad mentiría como tal. Sin embargo, desde la Fiscalía de Nuevo León nos llega el hecho de que la conductora perdió la vida por una negligencia que podía evitarse. La aeronave, perteneciente a la escuela Centro de Estudios Aeronáuticos de Mazatlán, se desplomó el pasado 20 de septiembre, cobrando la vida de ambos ocupantes. La historia cambia por completo cuando se sabe que el piloto no estaba en condiciones para volar.
El fiscal general Javier Flores Saldívar detalló que los resultados del peritaje indicaron “aliento alcohólico y positivo para la cannabis”. Además, aclaró que el caso será llevado ante la Fiscalía General de la República, mientras la investigación estatal se centró en las diligencias primarias relacionadas con el accidente, las autopsias y el análisis de la aeronave.
Este hecho no solo conmociona por la pérdida de la conductora, sino que también evidencia la importancia de la responsabilidad y la supervisión en la operación de aeronaves. La combinación de alcohol y drogas al volante, o en este caso al mando de una aeronave, convierte cualquier vuelo en una ruleta rusa. La tragedia de García sirve como recordatorio de que la negligencia tiene consecuencias irreversibles, y que la seguridad aérea no puede quedar a la suerte ni a la improvisación de cualquiera que le quiera pegar al intrépido. ¿Qué lástima?