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El gusano barrenador prende focos rojos en la ganadería mexicana: expertos alertan que la contención llega tarde

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La ganadería mexicana enfrenta una nueva amenaza. Con la detección reciente de gusano barrenador en Querétaro y Nuevo León, el mapa sanitario del país dejó de tener zonas “seguras”. El corredor sur, el Bajío y el norte del país muestran ya señales de riesgo, lo que ha encendido las alarmas incluso en Estados Unidos, advirtió el consultor de NexusAgronegocios, César Rafael Ocaña Romo.

El especialista explicó que, aunque los protocolos de control están activos —tratamientos previos, filtros en ruta, barridos y uso de moscas estériles—, las detecciones en puntos avanzados del trayecto demuestran que las acciones llegan tarde. “El riesgo bajo no es riesgo inexistente. Cuando la detección ocurre en un tercer punto de control, no es una victoria, es una alerta operativa”, señaló.

De acuerdo con Ocaña Romo, el problema radica en que el flujo del ganado no se detiene el tiempo suficiente en las zonas de contención para romper el ciclo del insecto. “La contención funciona como túnel, no como cinturón”, apuntó, al advertir que la falla en la regionalización está permitiendo que el parásito avance hacia zonas libres.

El consultor recordó que cuando el gusano barrenador logra dispersarse en campo abierto, el control se complica. “Hoy la vigilancia se concentra en los corrales de engorda, pero si el parásito salta al monte, el riesgo se multiplica. Se requieren más vaqueros, más trampas y liberación sostenida de moscas estériles, como se hizo en Florida en 2016 y 2017”, explicó.

Ocaña Romo también subrayó que México debe aprovechar la temporada invernal para reforzar las medidas, con trazabilidad del ganado en 24 horas y registros detallados de origen, ruta y tratamiento. En verano, advirtió, el calor acelera el ciclo biológico del insecto y cualquier indicio de infestación podría traducirse en cierres o auditorías internacionales.

Como referencia, el experto recordó el caso del Reino Unido y la crisis de las “vacas locas”, donde la negación prolongada del riesgo terminó por destruir la credibilidad institucional y provocar un daño económico severo. “México no enfrenta un riesgo alimentario como aquel, pero sí un riesgo de comunicación y control. Reino Unido ya pagó por aprenderlo; nosotros aún estamos a tiempo”, concluyó.

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