
Los altruistas de las calles
Avance, avance, avance. Cien metros antes a la granadera se le paso encender las luces o el pato sonido. Cuatro vehículos en lo oscuro. Apañan con impunidad al ahora detenido.
Colapsan las calles en la encrucijada. En Monterrey se trabaja. Queda claro. El mega sueldo de 35 mil pesos atrae a los menesterosos de otros estados. Vienen a convertirse en carne de cañón.
Desconocen lo elemental de los derechos humanos. Ni siquiera los primeros artículos de la constitución nacional. Si alguno cuestiona la autoridad en el proceder le llevan a barandilla por alterar el orden público.
Para el choto, en el caló de la calle, cada polígono citadino representa la oportunidad del saqueo con placa. También se deben reportar las ganancias con los superiores. Esa es la belleza del PRI.
Al fondo comunitario de la próxima campaña por la gubernatura. Socialmente irresponsables. En este estado se paga salario tres veces más alto a un docente de nivel elemental, primaria, secundaria y de muchas preparatorias, universidades del bienestar o patito.
La policía siempre en vigilia o lo que es lo mismo camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Así caricaturizaban los polivoces a la fuerza del orden.
Si toda la urbe cuenta con monitoreo de cámaras, como escapan los sicarios. Jamás lo hemos comprendido. Contarán con patente de corzo. Intocables mientras derramen los maletines al contador municipal o a quien de todas las confianzas encargado de llevar los libros de ingreso.
Solo existe un detalle claro. Somos altruistas al servicio de sus serenísimas voluntades. Meta la mano en la cartera. Llévese la raya semanal. Acompáñeme al cajero automático. Pégueme pero no me deje.