
Todavía no amanecía bien y ya había nervios, adrenalina y una mezcla de incredulidad con festejo. Después de casi un año lejos de la Fórmula 1, por fin vimos a Checo Pérez subirse a un monoplaza y sentir otra vez lo que solo él sabe: la velocidad pura. No fue con el auto nuevo de Cadillac, claro, pero verlo rodar en Imola a bordo de un Ferrari SF-23 completamente negro bastó para que las redes explotaran y para que, acá, sintiéramos que el mexicano está oficialmente de regreso.
Fueron 340 días desde aquel adiós en Abu Dhabi con Red Bull, días en los que todo parecía pausado. Pero hoy el tapatío volvió a pista con un auto prestado por Maranello, un Ferrari modificado especialmente para los primeros ensayos del nuevo proyecto estadounidense. Y sí: verlo vestir ese monoplaza oscuro, sin logos, casi de incógnito, se sintió como el prólogo perfecto de una etapa que promete muchísimo.
El Autódromo Enzo e Dino Ferrari se convirtió en el punto cero de esta nueva historia. Aunque la prueba fue privada, las filtraciones hicieron su trabajo: un Ferrari negro, sin marcas visibles, manejado por un Checo concentrado y decidido. Y alrededor, un equipo mixto: ingenieros de Ferrari trabajando hombro a hombro con personal técnico de Cadillac, afinando procedimientos, prácticas de pits y ajustes finos que serán vitales para cuando llegue el verdadero auto del equipo.
El propio Graeme Lowdon, director deportivo de Cadillac F1, lo dejó clarísimo: el día no era para romper cronómetros, sino para sincronizar a la gente. “No estamos probando el coche, estamos probando a las personas”, dijo desde el paddock italiano. Y así se vivió: un entrenamiento de engranaje humano, no de prestaciones técnicas.
Este Ferrari oscuro —el mismo que Arthur Leclerc probó antes para asegurarse que todo estuviera perfecto— es el puente provisional que la FIA permite mientras Cadillac espera su debut real. Como escudería nueva no puede rodar con su futuro auto, así que Maranello abrió su puerta y prestó un SF-23 adaptado para que Checo sume sensaciones y el equipo entienda la dinámica de trabajo. Más adelante vendrá el cambio de unidad de potencia, cuando General Motors termine su motor para 2027. Pero hoy, la alianza Ferrari–Cadillac es fundamental.
Lo que sí dejó claro este primer test es que Checo se sintió como en casa. Las fuentes desde el circuito lo mencionaron: cómodo, serio, enfocado en retroalimentar a los ingenieros, reencontrándose con la telemetría y los ritmos que solo un F1 puede exigir. Y mientras su compañero Valtteri Bottas sigue atado a compromisos con Mercedes, fue el mexicano quien se encargó de abrir camino en esta nueva aventura.

Imola fue apenas el principio, pero uno que sabe a renacimiento. Cadillac F1 está poniendo las bases de un proyecto que, si cuaja, podría cambiar el panorama de la categoría. Y Checo, con toda su experiencia, llega como el pilar principal de esta apuesta. Volvió a rodar, volvió a sentir la potencia y, sobre todo, volvió a recordarnos por qué su nombre pesa en la parrilla.
Si este test es un preludio, lo que viene para el tapatío puede escribirse en mayúsculas. Porque la emoción ya está desatada… y Checo también.
Especial-eitmedia.mx
Foto: Tomada de https:https://x.com/LucianoYoma//x.com/CadillacF1News_




