
Ciudad de México.– Durante más de una década, bitcoin marcó el ritmo del universo cripto en nuestra región. Fue la primera, la más escasa y la que puso las reglas. Pero hoy, mientras los mercados se transforman a una velocidad inédita, Ethereum comienza a reclamar un espacio que ya no parece secundario: el de la red que mueve aplicaciones, contratos inteligentes, NFT y, sobre todo, dinero programable.
La promesa que lanzó al mundo en 2015 —permitir transacciones sin intermediarios y construir sobre ellas un ecosistema financiero descentralizado— ya no es un simple concepto tecnológico. Es un motor. Y en México, donde el mercado cripto superó los 37 mil millones de dólares en 2024 y apunta a más de 86 mil millones para 2033, esa realidad empieza a tomar forma con fuerza propia.
“Ethereum ha probado ser un activo digital sólido, más económico y flexible que bitcoin gracias a los contratos inteligentes”, advierte María Agustina Patti, estratega de mercados para Latinoamérica en Exness. Su lectura coincide con la tendencia reciente: ETH dejó de ser “la alternativa” y se convirtió en infraestructura.
Un 2025 que trastocó las jerarquías
Mientras bitcoin recuperaba terreno hasta alcanzar 1.34 billones de dólares en capitalización, Ethereum jugó una partida distinta. Su volumen diario durante el primer trimestre superó los 17 mil millones de dólares y encadenó su cuarto trimestre por encima de BTC, una señal inequívoca de mayor uso real en la red.
El golpe simbólico llegó en agosto, cuando ETH rebasó por primera vez los 4,000 dólares, impulsado por las expectativas de recortes en las tasas de la Reserva Federal. Para los entusiastas, fue una victoria celebrada. Para los institucionales, no tanto una sorpresa. Desde 2024, voces como la de Ryan Sean Adams ya advertían que Ethereum estaba por entrar en una nueva fase, una capaz de llevarlo —según sus estimaciones— a niveles cercanos a los 17,000 dólares por token.
¿Exagerado? Tal vez. ¿Infundado? Difícil afirmarlo, considerando la transformación de la red durante los últimos trimestres.
El “oro digital con rendimiento”
ETH dejó de ser únicamente una divisa para transferencias. Hoy opera como:
- reserva de valor,
- activo rentable,
- motor de aplicaciones descentralizadas,
- base de proyectos NFT y DeFi,
- y un sistema sin tope de emisión, a diferencia del límite de 21 millones impuesto a bitcoin.
Patti lo resume con claridad: “Ethereum funciona como reserva de valor y como un bien rentable en el espacio digital, con una flexibilidad que supera ampliamente a bitcoin”.
Esa utilidad ha provocado que empresas globales acumulen ETH como si se tratara de un recurso estratégico. Actualmente, 69 corporaciones mantienen más de 4.1 millones de tokens en sus reservas —equivalentes a 17,600 millones de dólares—, una conducta que recuerda al modo en que los países reponen sus reservas de petróleo. No es casual que múltiples analistas comparen a Ethereum con un “petróleo digital”: alimenta aplicaciones, plataformas, servicios y ecosistemas enteros.
La pregunta que queda en el aire es evidente: ¿consolidará ese lugar?
México y LATAM entran a la disputa
El acelerado crecimiento regional juega a favor de Ethereum. A diferencia de bitcoin —más asociado a la reserva de valor y a la especulación de largo plazo—, ETH ya está incrustado en modelos de negocio tecnológicos, fintech emergentes, desarrollos de identidad digital y plataformas de pagos.
En un mercado latinoamericano altamente digitalizado, con una población joven, hábitos móviles y menos fidelidad hacia los bancos tradicionales, Ethereum parece hablar el idioma del futuro.
Pero aún falta despejar la incógnita central: ¿seguirá siendo el complemento de bitcoin o tomará la delantera como el activo que sostiene la economía digital en México y la región?
Por ahora, el movimiento es claro: Ethereum ya no corre detrás de nadie. Corre por su propio carril. Y cada vez tiene más compañía.
Fuente: Exness
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