
La empresaria y filántropa Jessica Oceguera, fundadora de “Mujeres Transformando a México”, sostiene que sin autonomía financiera la resiliencia no basta para romper el ciclo de violencia.
CIUDAD DE MÉXICO – En el debate público sobre la violencia de género, suele ponerse el foco en las cifras alarmantes y en las respuestas punitivas. Sin embargo, pocas veces se señala la raíz estructural que mantiene a millones de mujeres atrapadas: la dependencia económica.
Las cifras coinciden: un alto porcentaje de mujeres que sufren violencia doméstica no pueden abandonar a su agresor debido a la falta de recursos propios. La violencia económica —el control del dinero, la prohibición de trabajar o el robo del salario— es una de las herramientas más efectivas del agresor para perpetuar el dominio.
Para Jessica Oceguera, empresaria y fundadora de “Mujeres Transformando a México”, esto no es una estadística, sino una experiencia vivida. Su trayectoria, marcada por la resiliencia frente a la adversidad, la llevó de una situación de vulnerabilidad a convertirse en líder empresarial. Esa vivencia, afirma, definió su verdadera misión: evitar que otras mujeres tengan que elegir entre su seguridad y su sustento.
“Mi propia historia me enseñó que la resiliencia es fundamental, pero sin autonomía económica, la resiliencia es solo supervivencia”, afirma Oceguera. “La verdadera libertad empieza cuando puedes tomar tus propias decisiones, sin miedo a las repercusiones financieras que el agresor impone. La independencia económica no es opcional; es la única puerta de salida real”.
Con esa convicción, fundó “Mujeres Transformando a México”. Lejos de ser una organización asistencialista, se ha consolidado como un espacio de pensamiento y acción estratégica. Su modelo se basa en dotar a las mujeres de herramientas reales para emprender y alcanzar la autosuficiencia.
A través de sus programas, la fundación ha impactado a más de 50,000 mujeres, brindándoles capacitación, redes de apoyo y los recursos necesarios para iniciar sus propios negocios y, con ello, construir su libertad financiera.
El enfoque es claro: la violencia de género es un problema estructural que exige soluciones estructurales. Mientras la conversación nacional se concentra en las consecuencias, la organización busca atender la causa raíz: el control económico que inmoviliza a las mujeres.
“En ‘Mujeres Transformando a México’ formamos liderazgos que nacen de la experiencia, no del miedo. No se trata de dar un pescado, sino de enseñar a pescar y a construir la empresa pesquera”, explica Oceguera. “Hemos visto a más de 50,000 mujeres cambiar su narrativa; ese es el poder de la independencia. Cuando una mujer controla sus finanzas, controla su destino”.
La propuesta de Oceguera es un llamado a replantear la estrategia nacional: para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres se deben incluir, como prioridad, programas de empoderamiento económico, impulso al emprendimiento femenino y educación financiera. Sin estos pilares, cualquier esfuerzo será insuficiente.
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