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Gerardo Ledezma

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Michoacán: la semana milagrosa que solo existe en los reportes oficiales

Vaya semana de triunfos, al menos en el papel. Mientras en Michoacán siguen los sonidos habituales —balaceras, bloqueos, vehículos incendiados y la vida cotidiana dictada por grupos criminales— las autoridades federales decidieron presumir sus resultados como si hubieran encontrado la fórmula de la paz exprés. En apenas unos días, según los partes oficiales, todo empieza a “estabilizarse”. Ojalá esa versión también la vivieran los habitantes.

Del 10 al 18 de noviembre, la Guardia Nacional, el Ejército y funcionarios civiles presentaron cifras que suenan a éxito contundente: 83 detenidos, 59 denuncias atendidas, armas aseguradas, cargadores, explosivos, vehículos y un catálogo completo de drogas, desde marihuana hasta metanfetamina y sustancias químicas por miles de litros. Un operativo que, en números, haría pensar que el crimen está contra las cuerdas. En números.

En el discurso también se recalca que todo se llevó a cabo con estricto apego al Estado de derecho y respeto a los derechos humanos, como si eso necesitara aclararse cada semana. Estas acciones forman parte de la respuesta del Gobierno Federal tras el asesinato del alcalde de Uruapan, un crimen que —para variar— volvió a exhibir quién manda realmente en amplias zonas del estado.

Entre los logros anunciados, también se presentó la detención de Jorge Armando “N”, “El Licenciado”, señalado como “autor intelectual” del homicidio de Carlos Manzo Rodríguez y descrito como uno de los supuestos líderes del CJNG en cuatro regiones: Uruapan, Pátzcuaro, Morelia y Cuitzeo. Todo muy contundente, salvo por el detalle de que esas mismas regiones siguen reportando enfrentamientos casi a diario.

Así, mientras los reportes oficiales dibujan una semana “ejemplar”, la realidad insiste en contradecirlos: carreteras tomadas, comunidades desplazadas, alcaldes amenazados y territorios donde la única ley visible es la del grupo criminal de turno. Pero al menos en los comunicados, el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia” y la operación “Paricutín” lucen impecables.

En resumen, las autoridades celebran avances mientras Michoacán continúa siendo tierra de nadie. Bueno, de nadie del gobierno. Porque ya todos saben quién sí tiene el control.