
El sector agropecuario enfrenta un escenario cada vez más complejo, marcado por precios deprimidos, tensiones logísticas y un presupuesto federal sin cambios de fondo para 2026. Las perspectivas internacionales no anticipan mejoras en los precios de los granos y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural mantiene recursos prácticamente iguales a los del año anterior.
El consultor de NexusAgronegocios, César Rafael Ocaña Romo, señaló que “con los recursos y acciones inerciales que se proponen con el presupuesto para el próximo año, es difícil creer que los programas de apoyo al campo vayan a cambiar sustancialmente, en particular para los productores de nivel comercial”. Advirtió que los granos importados “baratos” que se están registrando hoy “significan un riesgo sistémico para mañana; porque cuando falte oferta global, el campo mexicano ya estará debilitado y será tarde para recuperar la producción nacional y mucho más para alcanzar una autosuficiencia que cada vez está más lejos”.
A la presión en los granos se suma el impacto del cierre de la frontera de Sonora por la plaga del gusano barrenador y los bloqueos carreteros encabezados por productores. Ocaña explicó que el productor enfrenta “otro cuello de botella: el ganado mayor —vacas y toros que se comercializan hacia el sur del país— también se ve afectado por los cierres carreteros en Sinaloa”. Los días 13 y 20 de noviembre, la incertidumbre provocó que Sinaloa se convirtiera en “un nuevo foco de riesgo para el mercado de vacas y toros”, con variaciones de entre 20 y 30 por ciento en los precios registrados en las subastas de la Unión Ganadera Regional de Sonora.
Al 24 de noviembre, las marchas y bloqueos continúan, lo que mantiene un entorno inestable para el ganado mayor. El consultor resaltó que “este choque ocurre justo cuando muchos ganaderos están en plena temporada de desalojo de ganado mayor”, lo que aumenta la oferta estacional y, combinado con las restricciones de movilidad, “complica todavía más el escenario de comercialización y presiona a la baja los precios que recibe el productor”.
Otro componente de riesgo proviene del ingreso de carne de Brasil. Según Ocaña, esa oferta “puede afectar a buena parte de la industria de carne nacional”, ya que se desvía al mercado mexicano tras el arancel impuesto por Estados Unidos. Recordó que la entrada de ganado del sur-sureste ha mantenido deprimidos los precios del ganado en pie y alertó que la propia engorda corre riesgo si se incrementan las importaciones, al señalar que “si esa tendencia se consolida, la cadena de suministro de bovinos la carne mexicana terminará colapsando”.
El consultor subrayó que en el corto plazo puede parecer “rentable” importar granos y reducir inversiones, pero la agricultura es de ciclos y, cuando no exista oferta suficiente en el mercado internacional, “no habrá precio al que se puedan adquirir”. Advirtió que para entonces “el sector agrícola mexicano podría estar ya desmantelado”.
En el entorno externo persisten presiones comerciales de Estados Unidos y la revisión del T-MEC, mientras que en el plano interno “se agregan manifestaciones por otras demandas sociales, que alimentan un clima de tensión y un cóctel socialmente riesgoso”. Todo ello, dijo, se traduce en mayor incertidumbre para el ambiente de negocios y las decisiones de inversión.
Ante este panorama, Ocaña afirmó que el sector agropecuario tiene la posibilidad de ser parte de la solución y convertirse en una palanca de crecimiento económico con políticas públicas adecuadas. Concluyó que los productores necesitan algo más que mensajes tranquilizadores: requieren respuestas claras y una ruta de acción “antes de que los ‘ahorros’ de hoy se conviertan en la pérdida estructural de mañana”.
Fuente: Nexus Agronegocios
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