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Gerardo Ledezma

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Cifras que estremecen y una política que golpea a los inocentes

Los números no mienten, pero sí duelen. Y cuando se trata de personas, el impacto es aún mayor. Un reciente estudio difundido por NBC News, con datos del “Deportation Data Project” de la Universidad de California, revela un escenario que debería sacudir conciencias: más de 75 mil migrantes sin antecedentes criminales fueron detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) en menos de diez meses.

No estamos hablando de delincuentes, ni de criminales violentos. Se trata, en su mayoría, de hombres y mujeres trabajadores, madres, padres, jóvenes y hasta menores de edad cuya única “falta” fue no contar con un estatus migratorio regular. Las detenciones ocurrieron entre el 20 de enero, día en que Donald Trump asumió la presidencia, y el 15 de octubre, y representan más de un tercio de los 220 mil arrestos realizados por ICE en ese periodo. Leía con mucha atención la nota publicada a través de la agencia internacional Sputnik y realmente me dolió y si si lo analizamos bien no deja de ser una racismo enrome por parte de la actual administración de Donald Trump y más aún hacia los mexicanos.

Durante meses, el discurso oficial insistió en que las redadas se dirigirían exclusivamente contra personas con antecedentes graves. Se prometió una política de priorización, enfocada en los verdaderos riesgos para la seguridad pública. La realidad, según los datos, fue muy distinta. El cerco se amplió y las víctimas fueron, en gran medida, quienes sostenían con su trabajo sectores enteros de la economía estadounidense.

Lo más preocupante es que estas cifras ni siquiera reflejan el panorama completo. El informe no incluye las detenciones realizadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), que también ha desplegado operativos masivos en ciudades clave. Esto significa que la dimensión real del fenómeno podría ser mucho más amplia de lo que ya muestran las estadísticas.

Hoy, más que nunca, queda claro que las políticas migratorias basadas en el miedo, la criminalización y la generalización no solo son injustas, sino profundamente inhumanas. Y mientras las cifras siguen creciendo, son miles las familias que continúan viviendo entre la incertidumbre, la separación y el dolor. En fin…y eso que apenas llevan el primer año.