Puerto Príncipe Nuevo León
A toda hora vagan. Pegados a sus dispositivos móviles. En las zonas aledañas a la antigua estación del tren. De donde salía el Regiomontano con rumbo a la Ciudad de México.
Barrios populares de la zona norte. La Industrial, la Progreso, la Estrella, la Talleres, la Hidalgo y hasta los rumbos de la Niño Artillero, donde ya se planta el Topo Chico y el bastión político del Partido del Trabajo.
Cada plaza pública hierve en grupos de parados. Francófonos itinerantes. Sueñan con llegar al otro lado. Haití los expulsó. Privados hasta de lo elemental para sobrevivir. Las familias se hicieron a la aventura en la parte de la América continental.
La renta de cuartos por temporada. Apoltronados en la humanidad de todos. Habitaciones mal ubicadas. Con deficiente sistema de ventilación. Fríos en invierno. Hornos en verano. Agua a cuentagotas.
Infames viviendas, antes para macheteros de San Luis, cargadores de Oaxaca, chalanes de Veracruz. En la rebatinga, los nacionales han mudado como okupas en García, Villa Juárez, Ciénega de Flores y Pesquería.
Sus magros recursos, de los haitianos, para los hombres y mujeres, excepto los infantes, los incorpora a las labores crueles de la construcción, el sexo servicio y el reciclaje de los desechos humanos.
Puerto Príncipe a afincado su suelo en Monterrey. Como Pesquería es Seúl de los coreanos del sur. Los primeros agradecen y honran su estancia. Los segundos, los ingratos de oriente, viven, se burlan, pagan menos, maltratan y humillan a sus pares regiomontanos.